El debate, pactado en todos sus términos, entre los dos candidatos mayoritarios del bipartidismo, no podía concluir de manera diferente a como lo hizo.
En un momento en el que las diferencias de imagen e ideología entre ambos partidos están prácticamente desaparecidas y después de tantos años de promesas incumplidas por ambos, les quedaba poco qué decir.
Tan poco ha sido, que los medios sólo han publicado la victoria, en la forma, de Valenciano, pero en que la mejor frase del debate se dijo al día siguiente, de boca de Cañete: «debatir con una mujer es complicado, mostrar superioridad intelectual parece machista».
Este esfuerzo publicitario por mantener un bipartidismo que se desmorona por corrupto y mentiroso ya no convence a casi nadie. Pero sí sirve para algo: provocar más desafección entre los votantes para que aumente la abstención.
Conviene recordar que sólo con un mínimo porcentaje de un 5 % de votos se podrían obtener los 54 diputados europeos, con una gran abstención, lo que demuestra que la abstención no cambia nada. Tenemos el ejemplo del municipio navarro de Garínoain, donde 18 votos frente a 305 votos en blanco le dieron la alcaldía a un partido de extrema derecha, contra el deseo de sus habitantes.