¿Y de los alquileres qué?

 

Javier Ávila

 

Me contaba mi suegro que, cuando hubo de abandonar su pueblo en dirección a una capital como Zaragoza perseguido por el hambre y el racismo político, a los 18 años de edad, entre su padre y él ganaban un jornal que les permitía pagar la noche de pensión y una comida al día. Y eso que su padre ganaba el doble que él. Corría el año 1954.   Esto, que parecía tan lejano, empieza a planear sobre la vida de muchos jóvenes que, o bien adquieren una casa a través de un préstamo de por vida (y sus padres les proveen la alimentación) o bien se pagan su alimentación viviendo en casa de sus padres.   Y es que un salario mínimo congelado en algo más de 600 € no permite pagar alquileres por el mismo importe y alimentarse al mismo tiempo. Esto huele a emigración, como al final tuvo que hacer mi suegro y su generación. Esto es una secuela de la burbuja especulativa del ladrillo que tardará décadas en ajustarse con la política actual que pretende relanzar el sector (que aunque lo creen moribundo, ya está en coma).   Pero parece ser que la Patronal del señor Rosell, tiene una solución: subir el salario a los 400 €. Así ya no tendrán que decidir los jóvenes qué hacer. Tendrán seguro que deberán vivir con sus padres el resto de su vida … o emigrar.   ¿Por qué nadie propone bajar el alquiler de las viviendas a un nivel racional? Por ejemplo a 150 € para un salario de 600 € o a 100 para uno de 400. Varios economistas proponen la compra ventajosa por parte del Estado de las viviendas que no se venden y su dedicación a alquiler económico. Hay que recordar que los alquileres fueron encumbrados por la misma burbuja especulativa que enriqueció a unos pocos y pretende empobrecer a la mayoría.   Con los alquileres de locales aún es peor. Ningún joven (ni muchos mayores) puede plantearse alquilar un local (a 1000 € mensuales de media) para establecer un mini-negocio. ¿Dónde está ese Gobierno que quiere promocionar las pequeñas y medianas empresas? La solución no es la rebaja fiscal que beneficia principalmente a las grandes empresas, sino la rebaja, hasta niveles lógicos, de gastos fijos como alquileres y suministros (electricidad, servicios telefónicos, etc.). Muy al contrario, una subida fiscal a las grandes empresas equilibraría su posición respecto de las pequeñas, daría una inyección financiera importante al Estado y saldaría la deuda social que arrastra: los grandes beneficios obtenidos en el pasado reciente y que no fueron reinvertidos en la Sociedad.   Pero de todo esto, ni palabra…es un sacrilegio  para un gobierno neoliberal.