Un crimen programado

La situación es insostenible. Ha bastado un año de gestión del PP para dar la puntilla a un servicio esencial como la sanidad pública en la Zona de Ejea de los Caballeros. Una Sanidad que se encontraba herida ya de muerte tras años de gestión ineficaz por los diferentes gobiernos autonómicos de los últimos tiempos, de recursos obsesivamente racaneados y de galanteos miserables con los negocios de las grandes empresas del sector privado. A esto nos han llevado las externalizaciones y la precarización de servicios como el trasporte sanitario, las subcontratas, las derivaciones de pruebas, y, sobre todo, el abandono y desprecio sistemático del medio rural.

Estas eran las condiciones de partida que han permitido al actual Gobierno de Aragón hincar el diente al botín y apuntillar la sanidad pública. Nos vemos abrumados por un problema vital, y es vital porque afecta y va a afectar a la vida de nuestras gentes. Así de claro: nos jugamos la vida. Nos han robado delante de nuestras narices algo tan básico como la sanidad pública, la salud, y si no le ponemos remedio, la vida. Y nos la han robado a nosotros/as, a nuestros mayores y a nuestros jóvenes. Y, no, no lo han hecho por falta de recursos, o de profesionales, ni siquiera por hacer gala de una incompetencia monumental como gestores, que también. Nos la han robado cumpliendo una agenda meticulosamente programada cuyo único propósito es arrancar los recursos públicos a la ciudadanía y entregárselos a los amiguetes. Es un crimen con premeditación y alevosía.

Valga como ejemplo esta imagen. En 2020, el antiguo alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, hoy presidente de nuestra Comunidad Autónoma, coloca junto a los responsables del Grupo Quirón la primera piedra del nuevo hospital privado que habrá de abrir sus puertas este mismo año. Inevitablemente, para favorecer el negocio de los amiguetes hay que crear un mercado, un mercado de potenciales usuarios, y ese mercado somos tú y yo, nuestros padres y madres y nuestros hijos e hijas. En esta foto podemos ver al mismo tiempo la inauguración del centro privado y el entierro de nuestro centro de salud, reducido hoy a la mínima expresión. ¿Y qué van a decir? Claro, dirán que eso no es cierto, que el Centro de Salud de Ejea seguirá existiendo, que en noviembre vendrán 4 médicos, aunque no tengan la especialidad. Y lo dirán sin sonrojo, mientras nos obligan a colapsar las urgencias o a esperar siete meses para un scanner o dos años para una intervención rutinaria. Sin sonrojo, sin vergüenza y sin mirarnos a la cara.

Azcón hace horas extras, y aunque no parezca darse mucha maña tirando de pala, ahí está, cada día, sin descanso, enterrando un poquito más nuestra Sanidad Pública.

Debido a la gravedad del asunto, desde Izquierda Unida consideramos que la sociedad cincovillesa debe seguir defendiendo nuestra Sanidad Pública con la máxima fuerza posible y no detenerse hasta conseguir unos cambios estructurales que garanticen su futuro, evitando que año tras año estemos en la misma situación. Para ello se debe demandar un apoyo institucional, político  y social de nuestras administraciones, partidos políticos y asociaciones acorde a la gravedad de la situación, primando el interés común y la defensa de la Sanidad Pública en el mundo rural. No se trata de permitirles chapuzas y apaños de última hora, ni de cruzar dimes y diretes con los responsables autonómicos, sino de acabar con esa agenda, de una vez por todas, y de revertir los daños acumulados en la Sanidad Pública. Es preciso seguir movilizándonos como ciudadanía y que la comarca entera se levante todavía con mas fuerza y con una sola voz para defender lo nuestro.

Pedimos respeto por las gentes rurales. Sabemos que de aquí salen menos votos pero somos tan importantes como los habitantes de la ciudad. Ni somos ciudadanos/as de segunda, ni merecemos convertirnos en las primeras victimas de sus negocios. Necesitamos sanitarios convenientemente titulados en las especialidades pertinentes, necesitamos una atención primaria llevada a cabo por médicos de familia no sobreexplotados, con tiempo y recursos suficientes, conocedores de sus pacientes, de sus historiales y de su vida, y lo queremos ya, o de lo contrario, todos los gestores de este desastre habrán de mirarnos a la cara y asumir su culpabilidad ante las consecuencias de este crimen programado.


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