Artículo de Yolanda Roldán publicado el 15 de octubre de 2021 en Heraldo de Aragón

Si algo ha propiciado la pandemia COVID-19 en nuestro país ha sido el debate sobre el cuidado y atención a nuestras personas mayores y, por ende, las residencias por ser el lugar elegido en la mayoría de los casos para llevar a cabo esta atención.

En el caso de Ejea, saltó la alarma con la intervención de la residencia Villa de Ejea. La primera que se construyó en nuestro pueblo gracias a la concesión gratuita que el Ayuntamiento hizo a una asociación privada. No conocemos si hubo más subvenciones públicas para su construcción. A partir de ahí todo ha sido opacidad. Han pasado muchos años sin conocer la gestión de esta residencia, y por más que hemos insistido durante treinta años para que el Ayuntamiento ocupara las plazas que le correspondían en la Junta Directiva, nunca quiso ejercer su papel de velar por la calidad de los servicios que allí se prestaban.

Aquí estaría bien traído el refrán: “de aquellos polvos, estos lodos”. No nos referimos a cómo se cebó la pandemia en esta residencia, nos referimos a que la falta de transparencia se ha hecho mayor desde su intervención. La semana pasada volvimos a pedir en las Cortes explicaciones y, de nuevo, no se respondió a cuestiones como la entrega de un informe que trasmita información clara y objetiva de lo que sucedió en la residencia. Las familias y la población tenemos derecho a saber lo ocurrido, pero, al parecer, les urge, tanto al Ayuntamiento de Ejea, como al Gobierno de Aragón, dar por finalizado el asunto pactando la entrega de la residencia a la fundación Rey Ardid. No va a haber más aclaraciones ni respuestas a las preguntas hechas en el Ayuntamiento y en las Cortes; no se nos va a entregar el informe solicitado para que se aclare lo que motivó la demanda que interpuso la DGA para que se disolviera la asociación. Se va a cerrar en falso. Al parecer, no interesa alimentar las razones que esgrimimos para defender lo público sobre lo privado.

Porque es desde lo público donde se garantiza el derecho inalienable de la ciudadanía al acceso de servicios sociales de calidad en cumplimiento de los derechos humanos. Llegados a este punto, quizás sea oportuno preguntarnos qué modelo queremos para el cuidado de nuestras personas mayores en una sociedad que tanto ha cambiado. Si el modelo actual de grandes residencias donde, por el hecho de estar masificadas, los proyectos de vida quedan despersonalizados, y se tiende a una cierta infantilización; o apostamos por un modelo de cuidados residencial que empiece en casa – con una buena coordinación con los servicios sanitarios – y les permita seguir viviendo en su entorno habitual. También con una mayor red de centros de día, incremento en la atención a domicilio, aplicación real de la Ley de Dependencia, y construcción de viviendas alternativas.

En un entorno rural en dispersión habría que considerar como oportunidad el sumatorio de la lucha por la despoblación y la creación de empleo, la existencia de nuevas tecnologías y la llegada de fondos europeos para revitalizar los pueblos, pero, sobre todo, para conservar la felicidad y dignidad de la gente mayor al saberse verdaderamente atendida. A las administraciones (central, autonómica y local) les corresponde hacer frente a este reto y subsanar el sistema público brutalmente atacado y recortado desde hace años como así lo sufrimos en los Servicios Sociales. La pandemia ha dado cuenta de esa debilidad.

Sabemos que este nuevo modelo se ha experimentado en lugares donde su administración más cercana es sensible a toda la problemática citada, y que los resultados son satisfactorios. Así que seguiremos apostando por este nuevo modelo, aunque sin dejar de velar por la mejora de las residencias tradicionales (Residencia Municipal Elvira Otal), trabajando para conseguir un sistema de becas suficiente para dotar a aquellas personas con necesidad de ayuda para acceder a una plaza; defendiendo los derechos laborales del personal; velando por la calidad del servicio prestado a sus residentes y evitando, en la medida de nuestras posibilidades, que se conviertan en macrocentros.

Yolanda Roldán Fau
Concejala y portavoz de IU Ejea y Pueblos