Artículo de Blanca Enfedaque Losantos, responsable de comunicación de IU Aragón, publicado el 7 de enero de 2021 en Arainfo.

Asistimos atónitas, gracias a la inmediatez de las redes, a un golpe de estado en streaming. Ojipláticas, nos entra la risa nerviosa al ver a gente vestida con atuendos neopaganos, más propios de las trangas del carnaval de Bielsa, en la tribuna del Capitolio del Imperio.

Expectación pasiva, como si fuera una gala de OT, de un programa de estos en los que los que personas famosas disfrazadas cantan ante un jurado predispuesto a la emoción y a subirse a la silla de un salto ante cada sorpresa.

Un grupo de radicales erige una cruz en las inmediaciones, policías abriendo las vallas y dejando pasar a “patriotas”(Ivanka Trump dixit) para reventar las instituciones, banderas confederadas el día en que se nombra al primer senador negro de un estado confederado. La semiótica fluye ante nuestros ojos incrédulos. Parece una película distópica indie rara.

Es terrorífico y ridículo al mismo tiempo. Es inevitable hacernos preguntas: ¿Esto marca una tendencia histórica? ¿Es demasiado tarde para evitar que un ataque a la democracia o a las instituciones suceda aquí?

¿Qué puedes hacer tú por la democracia?

Siete sencillos pasos para alejar al fascismo de las instituciones:

1) Elegir bien tu bando. La equidistancia no existe. O eres demócrata o no.

2) Derecho a reírnos de su ridiculez, pero no limitarnos a creer que se reducen a eso. Son mucho más que el cliché con el que los caricaturizamos. Nos cuesta entender la mezcolanza de la ultraderecha yankee (supremacistas, proud boys, rednecks, clases medias desclasadas…) pero deberíamos ser capaces de identificarles de manera más nítida aquí. No son sólo cazadores con patillas cortadas al hacha, no son sólo taurinos de misa de doce. Están cerca e incluso compartes cosas con ellos y ellas. Puede, incluso, que no sean malas personas del todo. No es buenismo, es quitarnos la venda de los prejuicios para saber diagnosticar bien el problema.

3) Romper la burbuja. El antifascismo no debe quedarse en círculos antifascistas. Estamos atrapados en los algoritmos endogámicos que sólo nos relacionan con personas semejantes. Dejemos de renunciar al legítimo debate ideológico porque “nos da pereza”, “total para qué si no van a cambiar de opinión”.

4) No caer en el revanchismo. Aunque seamos conscientes de que uno de los pasatiempos favoritos de EEUU durante el siglo XX ha sido cargarse gobiernos legítimos en todo el planeta y promover dictaduras, distingamos a la ciudadanía de sus gobiernos. Estados Unidos es su gente y también ha sido cuna de algunos de los movimientos sociales más vanguardistas.

5) La verdad existe, pero cada vez importa más la opinión o peor … el estado de ánimo. Cuando los votantes que marchan a rodear el Capitolio hablan con los medios dicen que marchan “para defender la democracia”. Es muy fácil, queridos trumpistas, la prueba del algodón: si hay armas y violencia, no suele ser democrático.

6) Pregúntate siempre quién gana con estas maniobras. ¿Qué plan para la mejora de las condiciones materiales de vida de la mayoría social tienen quienes promueven estos saraos? Ninguno: de Trump a Espinosa de los Monteros, son gente rica o camino de serlo a costa de lo público quienes azuzan a la masa.

7) Y por último, leamos mucho. Contrastemos opiniones. Estudiemos historia. Tratemos de ejercitar la empatía a diario y desterremos conductas individualistas. Hagamos autocrítica, seamos exigentes con nuestro entorno. Ni un paso atrás.