Artículo de Pedro Bello publicado el 2 de diciembre de 2022 en la revista Compromiso y Cultura

En primer lugar me sumo a la visión general de que vamos demasiado tarde, porque en esta zona estamos desde hace mucho tiempo al límite y cualquier decisión es de importancia vital, cualquier proyecto que se vende o se anticipa genera una ilusión tal que su caída posterior produce una desilusión y un hastío multiplicado por 100.

Respetando las propuestas escuchadas en el acto de presentación del Convenio, esperando conocerlas al detalle y deseando que sean llevadas a cabo con premura, el panorama actual visibiliza en nuestro territorio monocultivos de renovables y sobreexplotaciones porcinas, actividades con una repercusión minima en cuanto al mantenimiento de población, creación de empleo y generación de vida sostenible en el territorio. Aparecen como un clavo ardiendo para una tierra desvalida, pero tienen una cara B, que todos conocemos y necesitamos otras alternativas productivas. 

Por aportar propuestas en positivo y la visión del territorio desde el municipalismo, queríamos trasladar a la Ministra Ribera la necesidad de encontrar un idioma común entre el Ministerio y el último vecino de nuestros pueblos. La transición Justa necesita de proyectos que surjan del territorio o vengan de fuera, que se propongan y se estudien, pero sobre todo que se lleven adelante y sean exitosos. Se han hecho, en este proceso, estudios sobre potenciales, fortalezas, defectos o carencias, hay alguna persona del ministerio acompañando este proceso, pero desde mi punto de vista no es suficiente. 

Se precisaría mas gente, mas profesionales para empatizar con los pequeños pueblos y lanzarles sus proyectos, trabajar en un análisis profundo que descubra o acelere potenciales, gente preparada que aporte el ministerio que catalice las oportunidades para conseguir el éxito final, personal preparado para arrancar esos proyectos ocultos o escondidos, que se mimetizaran en nuestros pueblos y nos ayuden a dirimir nuestros objetivos y conseguirlos. 

Nos encontramos en esta zona con pueblos de escasos 40 habitantes, pero todos en general, se encuentran con posibles subvenciones siempre con muy poco margen de tiempo, para las que tienen que preparar unas memorias o proyectos técnicos para los que muchas veces no tienen ni capacidad económica para afrontar su pago, porque si te dan la subvención es genial, pero si no, ese trabajo técnico hay que pagarlo, por ello, el riesgo de tirar para adelante con una subvención es altísimo. Deberían asumirlo el ministerio con Tragsa o Gobierno de Aragón con alguna línea específica, podían participar ya inicialmente de todas ellas o financiar a fondo perdido esas memorias o proyectos. Son cosas que en la gran ciudad (Madrid-Zaragoza) pueden sonar a chino. 

Las posibilidades de nuestros arquitectos municipales es muy limitada, por ejemplo, los 9 pueblos del Bajo Martín comparten 17 horas semanales de arquitecto, no tenemos medios propios ordinarios suficientes. Resumiendo, si pido un súperproyecto, por ejemplo de un millón de euros y no se concede, pues todos esos días de trabajo de una ingeniería o de una arquitectura que pueden ser hasta decenas de miles de euros, hay que pagarlo y te puede hacer un roto en esos volúmenes, que el año siguiente no te de ni para pagar la luz o cualquier servicio fundamental. 

De igual manera pasa con proyectos de nuestras pequeñas y medianas empresas, que van al día y no tienen a veces ni tiempo, ni dinero para arriesgar a optar a una línea de subvenciones que no tiene seguro conseguir. Lo que pedimos al Ministerio y Gobierno de Aragón es que sean mucho mas proactivos, mas agresivos para que no se quede en el tintero, ningún proyecto de un pequeño pueblo o de un pequeño empresario, que ahogado en la burocracia se quede sin alcanzar el éxito que tanto necesita esta tierra.■