Artículo de Adolfo Barrena publicado el 30 de agosto de 2022 en Arainfo

Lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Esta frase de Baltasar Gracián, además de recomendar brevedad, es uno de los ejemplos que siempre nos han puesto de la elipsis, esa figura, utilizada en literatura, que consiste en quitar un elemento del texto, pero que permite conocer su contenido.

El cuatripartito aragonés, a principios de julio, presentó su documento-balance de la gestión realizada en los tres años. Lectura para el verano para quienes nos interesan y preocupan las cosas de la gobernanza. Entre baño en la piscina, sendero por el monte y esas charradas vespertinas veraniegas en el pueblo, he leído el documento de 44 páginas.

En la página 35 está el balance de tres años de legislatura en lo referido a la Memoria Democrática. La gestión en esta materia queda resumida en 49 palabras. Ni una más, ni una menos. Le he dado muchas vueltas a la cuestión porque, como saben, milito y trabajo en el movimiento memorialista. 

Me alegré mucho de que en 2018 Aragón tuviera una ley de Memoria Democrática y confiaba en que un cuatripartito en el que había mayoría clara de la izquierda, impulsaría la ley y daría pasos importantes para que, al menos en esta tierra noble, empezaran a abrirse paso la Memoria, la Verdad, la Justicia y la Reparación que, tras 41 años de democracia, seguía siendo una deuda democrática con la historia de este país y con las víctimas del franquismo y sus familiares.

Está claro que en esta ocasión la recomendación de Gracián no es la que preside ese breve texto con el que se salda el bagaje de actuaciones del Gobierno de Lambán en relación con la memoria democrática. No es una elipsis lo que se recoge, sino que es la nada. Nada se dice porque nada hay que decir. En vez de una elipsis, es una omisión.

Por eso, en ningún momento en esas 49 palabras hay ninguna referencia al desarrollo de la Ley de Memoria democrática que lleva tres años esperando, ni hay mención alguna a la inclusión de la Memoria Democrática en el currículo escolar, ni se indica cuándo estará el banco de ADN, ni qué hay del Centro de Investigación de la Memoria, ni los motivos por los que no hay convocatoria de ayudas para actividades de Memoria Democrática, ni si van a presentar en las Cortes, como prescribe la Ley, un plan de acción de Memoria democrática en Aragón. Es la nada más absoluta sobre qué pasa con las calles y plazas que siguen dedicadas al franquismo y sus personajes. No hay planificación alguna sobre actuaciones en el mapa de fosas y no vemos referencia alguna al trabajo desarrollado por las asociaciones memorialistas y las asociaciones de familiares de víctimas del franquismo.

Esas 49 palabras dedicadas, en un balance de 3 años, a la Memoria democrática, es el ejemplo más claro y evidente del poco o nulo interés del Gobierno, que integran PSOE, Podemos, CHA y PAR, por la Memoria Democrática. 

Lo que no puede obviarse es que ese desinterés es un desaire vergonzoso hacia quienes, por defender la democracia y la libertad, fueron víctimas de asesinatos, torturas y encarcelamiento, de quienes sufrieron el exilio, de quienes fueron obligados/as a trabajar como mano de obra esclava, de quienes sufrieron el robo y expolio y de quienes sintieron como les robaban a sus bebés.

Esas 49 palabras son la constatación de que quienes gobiernan esta tierra no creen que hay que acabar con la impunidad del franquismo, que hay que devolver la dignidad a sus víctimas y que hay que enseñar la historia y lo que ocurrió en este país en el siglo pasado.

Esas 49 palabras son una patada a quienes creemos que una asignatura pendiente de la democracia es saldar la deuda que tenemos con nuestro pasado, con quienes sufrieron un régimen asesino y con quienes ignoran lo sucedido porque el franquismo lo tergiversó, la transición lo ignoró y la democracia no lo ha resuelto. 

Elipsis es una palabra que viene de la griega “élleipsis” cuya traducción literal es “omisión”. En este caso, Lambán y su gobierno no aplican esa elipsis que recomienda Gracián. Simplemente reflejan la omisión, la nada, de su acción en Memoria Democrática. Una omisión pertinaz y reiterada que, en ocasiones, la pretenden salvar con revisionismo barato, reinventando la historia, resignificando figuras y hechos franquistas y proclamando una injusta equidistancia entre quienes se sublevaron y quienes defendieron el orden constitucional, las libertades y la democracia.

Esas 49 míseras palabras son el resultado de la omisión, por acción directa, de políticas, medidas y actuaciones a favor de la Memoria Democrática. Una pregunta surge como colofón: ¿están de acuerdo con ese balance los miembros del Gobierno que se definen de izquierda?, ¿algo que decir o proponer?