Nuestro dolor y rabia por la ola de asesinatos machistas que suceden en nuestra sociedad y nuestro apoyo a las manifestaciones y convocatorias que el movimiento feminista ha organizado hoy para mostrar su rechazo absoluto y el compromiso para confrontar la violencia machista y los privilegios que defienden.

Nuestro Coordinador General, Álvaro Sanz, hace un llamamiento a la participación masiva en las convocatorias organizadas para denunciar también la violencia vicaria. Los datos son “estremecedores”: Entre 2013 y 2018 fueron asesinados 44 hijos e hijas por sus padres o padrastros en el marco de la violencia machista. De estos 44 casos conocidos, 10 fueron cometidos bajo la guarda, régimen de visitas o de custodia compartida de los hijos e hijas. Y solo un 2,9% de las medidas de protección dictadas sobre casos de violencia machista en 2018 incluían la suspensión del régimen de visita de los maltratadores a los hijos e hijas.

Asimismo, más del 73% de las mujeres víctimas de feminicidio entre 2013 y 2017 tenían hijos e hijas menores y, aunque se reconoce a los menores como víctimas de la violencia machista, a muchos de ellos se les obliga a convivir con maltratadores aunque se opongan a ello y los agresores tengan órdenes de alejamiento sobre sus madres por violencia.

“Esta es la terrible realidad”, continua Sanz, quien denuncia que las instituciones siguen “haciendo prevalecer el derecho de la patria potestad sobre la seguridad de las personas”, un derecho que solo se puede legitimar cuando se cumplen los deberes.

Volvemos a exigir que se modifique la ley para que se garantice la seguridad de los menores que debe estar por encima del derecho a la patria potestad de los maltratadores. “Un maltratador no es un buen padre”, advierte Sanz para recordar que ya lo propusimos en Aragón, en marzo cuando se debatió la reforma del código foral para dar traslado al contenido de una de las medidas del pacto contra la violencia de género. “Está medida es urgente para evitar más sufrimiento y es inaceptable que se persiga a las mujeres cuando éstas intentan proteger a sus hijos cuando no lo hace la justicia”, reitera.

“Paralelamente -continúa- debemos seguir intensificando la denuncia de la violencia machista que es estructural y que requiere de un tratamiento contundente, en ese sentido el conjunto de poderes empezando por la justicia pero también los medios de comunicación deben avanzar de forma clara”.

Para la responsable del Área de Mujer, Marga Deyá, el feminismo lleva conceptualizando durante mucho tiempo el “carácter estructural de la violencia machista” que explica lo que hoy estamos viviendo y que toda la derecha niega mientras defiende los privilegios masculinos, siendo “cómplice de su mantenimiento”. “Por eso nos va a encontrar enfrente”, asevera Deyá, quien aboga por acabar con los “privilegios masculinos” y “poner el foco en el maltratador” porque “sin maltratador no hay maltrato”. “La sociedad se debe comprometer para transformar esos valores patriarcales que refuerzan el control, el uso de las mujeres y la violencia en los hombres”, manifiesta.

También Sanz critica el posicionamiento de las derechas entorno a la violencia machista, que niegan su carácter estructural y que defienden los privilegios patriarcales. “Ellos- denuncia- son cómplices directos de esta situación porque lo hacen legitimando la violencia y anulando los caminos para eliminar los privilegios, única vía para realmente eliminar de manera sistémica y estructural esta violencia machista”.

Por último, hacemos referencia a la entrada en prisión de Juana Rivas, quien va a prisión “por no arriesgarse a vivir esta situación”. Sanz califica la sentencia de “tremendamente injusta”, ya que el “sistema no solo no atendió la petición de protección interpuesta por Juana tras salir huyendo con sus hijos de una situación grave de maltrato en 2016, sino que fue ella la que terminó siendo perseguida y condenada”.