Artículo de Daniel Palomo publicado el 18 de mayo de 2022 en La Comarca

El pasado viernes fue uno de los días más tristes de los últimos tiempos para Andorra y para toda la Cuenca Minera turolense, y esto en una tierra acostumbrada a sufrir ya es decir mucho.

Cuatro segundos bastaron para derribar las tres torres de refrigeración de la Central Térmica de Andorra. Aunque ENEL banalizo ese día montando un show con invitados, influencers y youtubers, muchas personas se acercaron a los alrededores de la propia Central para despedirse de manera simbólica de una infraestructura que ha sido vital para la clase obrera, para nuestra comunidad, y que durante décadas fue motor económico de nuestros pueblos y comarcas.

La desaparición de las torres no deja de ser un hecho puntual en los trabajos de desmantelamiento de la central, pero su impacto visual nos hace ser más conscientes si cabe, de las consecuencias del cerrojazo industrial que supuso la decisión de no invertir en la renovación de equipos y el no alargar la vida útil de una infraestructura que todavía podría haber un papel vital en la actualidad.

La demolición de las torres se produce en un contexto de incertidumbre en la comarca, con un convenio de transición justa que no termina de llegar varios años después del cierre. Mientras la gente emigra, el convenio todavía sigue sin firmarse, y vemos como se cumple la previsión de encontrarnos todavía sin alternativas laborales y económicas en la comarca mientras avanzan los trabajos de desmantelamiento de la Térmica.

Unos días antes del derribo, y con la pretensión de alejar el foco mediático en la falta de oportunidades en Andorra mientras avanzaba el derribo, fuimos conocedores de una nueva promesa de inversión para la instalación de una nueva industria.

Siendo conocedores de lo que ha pasado en otras ocasiones, y sumando el oportunismo en la fecha del anuncio, la gente se toma la noticia con cierta ilusión contenida, pero sobre todo con muchas reservas y recelos. Aunque en esta ocasión la empresa ya está implantada en el territorio y tiene un bagaje de años de trabajo, no sería la primera vez que un anuncio de este tipo se queda en nada con el paso del tiempo. Por el bien de todos, esperemos que en esta ocasión el anuncio que hizo la DGA venga refrendado por un buen proyecto técnico que por fin se implante una alternativa económica real para nuestras comarcas.