Artículo de Javier Gimeno publicado el 6 de junio de 2022 en El Periódico de Aragón
La Ley de Cambio Climático y Transición Energética establece la obligación de que todas las ciudades con más de 50.000 habitantes implanten una Zona de Baja Emisiones (ZBE) antes de 2023. El objetivo es doble. En primer lugar, hacer las ciudades más saludables, ya que la contaminación del aire es la primera causa de mortalidad en el mundo con 9 millones de fallecidos al año mientras que en España se estiman en 45.000 las muertes al año. El margen de mejora en este sentido es enorme y simplemente cumpliendo los límites recomendados por la OMS en Zaragoza se evitarían 225 muertes al año. El segundo objetivo sería reducir las emisiones de CO2 que están contribuyendo de manera dramática al cambio climático. Por nuestra salud y por la del planeta, reducir la contaminación que generan los coches en las ciudades es una tarea que nos debemos tomar muy en serio.
La ZBE, además de una obligación, es también una herramienta que tienen las ciudades para limitar el tráfico de vehículos privados que emiten gases contaminantes y nocivos para la salud. Por desgracia, hay gobiernos municipales, incluyendo el de Zaragoza, que en lugar de ver la ZBE como una oportunidad la perciben como un problema que tienen que abordar por imperativo legal pero que no se lo creen. En el caso de Azcón, ni siquiera se molesta en disimular que no le interesa lo más mínimo y lo poco que ha adelantado la Consejera de Movilidad Natalia Chueca al respecto se puede resumir en que van a hacer lo mínimo que obliga la ley para no poner en riesgo la llegada de los fondos europeos.
Lo que hemos sabido de la propuesta de ZBE que está preparando el PP es que únicamente va a abarcar la zona del casco histórico, van a permitir circular con etiqueta B (que cumple el 80% del parque de vehículos de Zaragoza y que incluyen diésel de hasta 15 años y gasolina de hasta 21 años) y van a excepcionar de su cumplimiento al reparto de mercancías. Es decir, que proponen una ZBE que prácticamente no tendría ningún efecto porque actualmente hay muy poco tráfico en el casco histórico y además el 80% de los coches podrán acceder. De esta manera, Zaragoza tendría una ZBE que no sería de baja emisiones (ya que los vehículos de etiqueta B son muy contaminantes y además permitirían camiones y furgonetas de reparto sin etiqueta) y que además abarcaría una zona por la que ya apenas circulan vehículos.
Desde Izquierda Unida apostamos por políticas ambiciosas y valientes que transformen la movilidad reduciendo el tráfico de vehículos privados y favoreciendo por tanto la movilidad peatonal y ciclista así como el transporte público. Hay que tomarse en serio la salud de las personas que habitamos las ciudades y reducir significativamente la elevada contaminación que sufrimos y que nos provoca enfermedades cardiorespiratorias y cáncer, aumenta las alergias y en los casos más graves provoca la muerte. También hay que tomarse muy en serio nuestra huella de carbono, es decir, las emisiones de CO2 que emitimos a la atmósfera y que contribuyen al calentamiento global, poniendo en riesgo la vida de los seres humanos en el planeta.
Por ello, y en la línea de lo que está defendiendo Zaragoza en Común en el Ayuntamiento, apostamos por una ZBE que sea mucho más amplia que lo que está proponiendo el Gobierno PP-Cs, abarcando lo que sería el segundo cinturón (Camino Las Torres, Avda Goya, Valle Broto, Marques de la Cadena) y permitiendo acceder a ella únicamente con al menos etiqueta C (diésel de hasta 7 años y gasolina de hasta 15 años). Además, consideramos erróneo excepcionar de esta obligación al reparto de última milla que precisamente debería ser el más eficiente y sostenible. Mientras en otras ciudades están apostando por la ciclologística y por la electrificación del reparto de última milla, en Zaragoza el PP quiere seguir permitiendo que se realice con vehículos sin etiqueta alguna y por tanto altamente contaminantes.
La defensa de la salud y de las personas no solamente implica ponerse una chapita de la agenda 2030 en la solapa, como le gusta hacer al alcalde Azcón, sino que exige políticas concretas valientes y cuya eficacia pueda ser evaluada. Somos conscientes de que algunas de estas políticas pueden no ser comprendidas y generar cierto rechazo pues implicará para algunas personas tener que cambiar hábitos y costumbres, como coger el coche para moverse por la ciudad. Pero el progreso social implica cambios y a eso la izquierda no puede tenerle miedo. Izquierda Unida al menos no se lo tenemos.
Javier Gimeno
Coordinador de Izquierda Unida Zaragoza Ciudad