Artículo de Javier Baena publicado el 25 de junio de 2021 en Arainfo

Si volviésemos la vista atrás, hablaríamos del caciquismo en los pueblos de España como algo retrógrado, desfasado y, también, alarmante. Pero desgraciadamente, no solo está presente en los libros de historia, sino en el día a día de municipios con baja, o muy baja, densidad de población. Sobre todo, en los Ayuntamientos con concejo abierto.

Pero volviendo al tema troncal, es decir, a la demografía en el medio rural, he de afirmar que España, y en concreto Aragón, vive una crisis migratoria desesperante para los municipios rurales tan intensa que ha dado pie a la existencia de un nuevo término: la España vaciada.

Aragón sufre esta desaparición rural con vistas a las Cortes Generales y a la Unión Europea, esperando una solución factible antes de tocar suelo en la caída al vacío, y que cada vez (la solución) está más lejos. Es tal que Zaragoza fue escenario de la concentración convocada por la Revuelta de la España Vaciada, donde el propio alcalde de la capital, siendo consciente del problema que le rodea, señaló: “Zaragoza capital quiere avanzar de la mano con la provincia” (Azcón, J., 2019). Una de las citas que se pronunciaron en aquella mañana de octubre, destacada por el Heraldo de Aragón fue “Vengo por mi pueblo, Embid de Ariza, que sufre como muchos la despoblación y quiero expresar mi solidaridad” (Latorre, C., 2019). Y es que Embid de Ariza vive uno de los episodios más singulares y contradictorios de la Comunidad Autónoma.

Embid, pueblo de mis antepasados y familiares, y porqué no, mi pueblo también, ya que uno es de donde pace, y no de donde nace, está situado en la provincia de Zaragoza, frontera con Soria. Éste sufrió la crisis migratoria del campo hacia la ciudad en la década de 1950, donde la caída fue cuesta abajo y sin frenos. Es más, todavía no se ha estabilizado. Pasamos entonces, según los Datos del Instituto de Estadística de Aragón (IAEST), de ser 574 en 1910, a 31 en 2021.

Para paliar este descenso de alguna manera, el Ayuntamiento de Embid de Ariza ha recibido ayudas y financiaciones, como la de transformar las antiguas escuelas y las casas de los maestros en la Casa de la Juventud y el Albergue municipal, donde se recibió una financiación de 120.000€ por parte de la Diputación Provincial de Zaragoza, el Plan LEADER de desarrollo rural, la Comarca de la Comunidad de Calatayud y el Gobierno de Aragón, además de algunas miguicas que aportó el propio ayuntamiento en 2007. Pues bien, ni se han atraído turistas para pernoctar, ni se ha generado trabajo para fomentar el desarrollo poblacional.

Pero no todo está perdido, la COVID-19 también ha tenido su punto positivo en la afluencia y regreso de la gente al campo. Y es que, numerosos jubilados han decidido volver de continuo a sus antiguas casas, cadieras, campos y corrales. Por otro lado, la casi extinta circulación por territorio intercomunitario ha dado lugar a que el regreso a los pueblos sea destino vacacional preferido. Y no solo eso, sino que ha sido espacio de residencia, para los vecinos con facultad de teletrabajo. Todos estos aspectos han generado que algunas personas como yo, Javier Baena y Luengo nacido en 1993, hayamos decidido fijar residencia en el lugar de ensueño, y, en consecuencia, solicitar el empadronamiento. Quizás, un regalo para los ayuntamientos que se encuentran en “la provincia de Zaragoza, quien suma más de 80 localidades en riesgo extremo de extinción” (Pérez, R., 2018).

Pero volviendo al primer párrafo, Embid de Ariza es diferente. Quizás sea el Ayuntamiento donde el alcalde denuncia en febrero de 2021, en un periódico comarcal, que “no nos hacen caso porque somos 40 vecinos y estamos pegados a Soria” mientras niega el empadronamiento bajo el escrito “en este municipio no se le deniega a esta única persona. Otras, han intentado empadronarse.” Cruelmente, si autocitase las propias palabras de la autoridad del municipio veríamos el resultado de un incesante un monólogo entre el sí, y el no. Lamentablemente, y al final, el denominador común es el mismo: un resultado negativo en la lucha contra la despoblación rural que tanto nos acucia.

¿Y todo por y/o para qué?

Quizás, el relevante artículo literario que describió los principales problemas de la España vaciada, llamado El problema de la despoblación en Aragón. Causas, características y perspectivas (2000) pueda concluirse con situaciones similares a las de diversos municipios como Embid de Ariza, adjuntándole el capítulo de los efectos directos del caciquismo en los ayuntamientos sobre la despoblación.

Mientras tanto, más del 30% de los municipios de Aragón, tienen menos de 100 vecinos. Pero siguen habiendo herramientas de lucha como la apuesta por el regadío por el Gobierno de Aragón, el Programa Operativo de Inclusión Social y Economía Social (POISES) del Fondo Social Europeo, el Erasmus rural del Departamento de Ciencia y la Universidad de Zaragoza, el desarrollo del sector porcino por parte del consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón o La lucha contra la despoblación por parte del canal de información más grande de la región: Heraldo de Aragón.

Quisiera concluir con una cita del máximo representante de Embid de Ariza, que se puede aplicar al propio municipio:

«Son patrimonio del pueblo que hemos restaurado o que vamos a restaurar, porque es muy importante que perduren. Si no lo hacemos nosotros, se perderían» (Heraldo de Aragón, 2018).

Pero no finalizaré sin volverme a preguntar sobre quién es el responsable directo de la despoblación rural. No sin volver a recapacitar sobre cuál es el objetivo prioritario. No sin tener claro las herramientas usadas y a usar, como lo ha sido el Justicia de Aragón (expediente: Q21/329/01) y los medios de comunicación… Y no sin agradecer a todos los vecinos que tienen claro qué no quieren para su pueblo (la desaparición de éste) y a los altruistas que me apoyan diariamente desde hace varios años: familia, amigos/as, conocidos, camaradas y embidanos/as.