Cada día que pasa, se hace más evidente que los Borbones y su monarquía son un anacronismo en la España del siglo XXI. Una lacra que, poco a poco, el tiempo va poniendo en el lugar que les corresponde, que no es otro que el estar fuera de la realidad social y política española debido a su educación franquista y al aprovechamiento de su situación política y personal. La justicia está constatando una sospecha, y es que para hacer negocios privados se han rodeado de crápulas, aristócratas y empresarios sin escrúpulos, mezclando su condición de cargo público y el beneficio propio, que, como parece desprenderse de algún que otro sumario, despejan las dudas en torno a la petición de favores que graciosa y servilmente son concedidos.

En el momento actual que está sufriendo la sociedad española a causa de la crisis y con nuestras conquistas sociales en inminente peligro por culpa de las políticas ultraliberales, no se permitiría que ningún cargo público elegido democráticamente en el marco constitucional español, pudiera llevar a cabo semejante montón de despropósitos como los que están últimamente acaeciendo alrededor de nuestra monarquía. Su máximo exponente, el Rey D. Juan Carlos, se permite el lujo de dar “ejemplo y solidaridad” con la ciudadanía volando hasta un país africano para pasar el rato matando elefantes y váyanse ustedes a saber qué cosas más, terminando accidentado y destapando el ocultismo sobre sus viajes privados. A esto último habría que sumarle los ilícitos negocios de uno de sus yernos, el duque de Palma, la no imputación en el caso de la infanta Cristina saltándose ese principio universal de que “la Justicia es igual para todos”, la cacería de uno de sus nietos (menor de edad) que, jugando con armas de fuego se dispara en un pie, las juergas erótico-festivas de algunos miembros que forman o han formado parte de la familia real, y un larguísimo etcétera.

La Casa del Rey no está a la altura democrática que demanda la sociedad española en cuanto a la transparencia, y siempre termina cerrando filas alrededor del monarca; sus allegados deberían aconsejar al Rey que estaría ante un buen momento “para apartar el dedo del gatillo” de una vez por todas.

España, por desgracia, conoce a los Borbones y ya va siendo hora de que el Rey y su heredero, el príncipe Felipe, renuncien a seguir ocupando la Jefatura del Estado para que, de verdad, el pueblo español pueda elegir democráticamente la manera de ser gobernado y por quién.

La IIª República fue aniquilada por un golpe de estado fascista. Hoy nuestros derechos sociales, laborales y económicos están siendo aniquilados por un golpe de mercado no menos fascista que el anterior, y si no reaccionamos urgentemente, nuestra dignidad como sociedad democrática y moderna será destruida.

José Ángel Miramón
Diputado provincial de IU en Zaragoza