Artículo de Alberto Cubero publicado el 13 de marzo de 2021 en Arainfo.

Cuando esta semana se anunciaban las mociones de censura a gobiernos autonómicos trifachitos en Murcia, Madrid o Castilla y León, los que sufrimos otros gobiernos trifachitos como aquí en Zaragoza nos ilusionamos pensando que también en nuestras instituciones pudiera pasar. Además en el caso de Zaragoza, la simple suma de PSOE y Cs bastaría como en Murcia y nadie puede decir que Azcón, no sea tan insoportable como Ayuso. Arrastrado por esa ilusión, reconozco que en privado he animado al PSOE de Zaragoza a hacerlo, con mis mejores artes de incitación, pero de momento sin éxito evidente. ¿Por qué en Zaragoza no hay también moción de censura?

Ni a PSOE, ni a Cs en Zaragoza se les ve dispuestos. La vicealcaldesa y portavoza de Cs en Zaragoza lleva desde el miércoles diciendo que lo que ha ocurrido es que en Murcia, sus compañeros han descubierto que el PP es corrupto. Menuda excusa descubrir a estas alturas que el PP es corrupto y más en la región de Murcia, si cuando pactaron en 2019 con ellos había casos de corrupción del PP en 33 de los 45 municipios que componen la región. Cs ya sabía cuando decidió gobernar con el PP que este había robado en 2 de cada 3 municipios murcianos. Casi nada, lo de las vacunas peccata minuta. Si la corrupción le importase lo más mínimo a Cs, no habría hecho del PP de Bárcenas su único socio, incluso en lugares como Madrid donde los últimos 4 presidentes de la Comunidad de Madrid, se habían visto salpicados por casos de corrupción.

El motivo que ha impulsado a Cs a presentar la moción de censura en Murcia es más bien su propia supervivencia política como partido. No había que ser muy listo para imaginar que de continuar la tendencia actual, Cs iba a llegar a 2023 por debajo del 5% en las encuestas. Con semejante grado de cohesión respecto al PP, ¿qué motivación puede tener un votante de centro-derecha para votar a Cs y no al PP? En España ha vuelto la política de bloques de izquierda y de derecha, y en esos bloques 3 son multitud. Ocurrió en la izquierda con la unión de Podemos e IU y estaba pasando en la derecha con la unión de PP y Cs, pero en Cs es tal la descomposición que no son capaces de llevar un estrategia coordinada. Se ve también en el ayuntamiento de Zaragoza, donde está Sara Fernandez que se afilió a Cs pensando que era un partido socialdemócrata, pero también Carmen Herrarte, la Margaret Thatcher maña, que se ofrecería al PP como tránsfuga si hubiera una moción de censura sin necesidad de sobornos como sus compañeros de Murcia.

Conocedor que no hay espacio para 3 en el bloque de la derecha, el PSOE azuza el avispero de la derecha desde Murcia, para abortar la unidad de PP y Cs y que la derecha fragmentada siga siendo penalizada por nuestro sistema electoral, pero la intención del PSOE también es mantener vivo a Cs como alternativa de gobernabilidad por si UP seguimos cabezones. El PSOE, que sí es un partido con capacidad de tener una mínima estrategia coordinada, hace una cosa en Murcia y otra en Zaragoza para dejarse todas las puertas abiertas y a pesar del bochorno, sigue considerando a Cs un socio para la regeneración del país. Ahí es cuando las palomitas se nos atragantan y esto empieza a preocupar.

A lo que hay que añadir dos cuestiones más, en primer lugar, el hartazgo que esto provoca en una sociedad con más de 4 millones de parados, porque el espectáculo de soborno y transfugismo lo está dando la derecha, pero el rechazo será con la política en general, no tengamos ninguna duda. Y por último la radicalización que va a sufrir el bloque de la derecha, pero manteniendo la posibilidad de gobernar, que es lo más peligroso. Ya hay encuestas tras las catalanas que hablan de sorpasso de Vox, y a este con el PP, con mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid.

Para estas tres cuestiones debemos tener la izquierda real un plan, sabiendo que estamos en un escenario abierto, donde los movimientos pueden tener consecuencias impredecibles. Y si no que se lo digan a Arrimadas que con lo de Murcia pretendía un leve giro en su estrategia política para salir del encasillamiento en la derecha, y ha acabado en un volantazo como el que el desarrollo de los acontecimientos posteriores ha provocado. La autonomía de la política es hoy mayor que nunca, una autonomía de la que Cs es su mejor expresión, creado de la nada para permitir gobiernos de PSOE-Cs y evitar así que Podemos tocara poder. Sin embargo, la ambición personal de Rivera con su deseo de ser la fuerza hegemónica en la derecha para llegar a la Presidencia del Gobierno hizo que Cs no siguiera el plan establecido. A partir de ahí, su derrumbe, y con él las ambiciones personales que llevan al transfugismo como el anunciado este viernes en Murcia.

Todo dependerá del rumbo que tomen las necesidades de los poderes económicos, que son los que controlan los medios de comunicación, y por tanto, los que pueden encumbrar o destrozar a los partidos a su antojo si no cuentan con base militante organizada como Cs. La indefinición de ese rumbo, acrecentada por la agudización de la crisis provocada por la Covid, es la que permite la autonomía de la política y albergar alguna esperanza de que en Zaragoza algo pueda pasar.