Artículo de Nicolás López publicado el 17 de junio de 2022 en el Eco de Teruel

El proyecto del siglo en Teruel. La obra estelar que se lleva anunciando a bombo y platillo desde antes del inicio de la legislatura. Esa piscina que nunca llega. Que se paraliza. Que se dificulta su contratación y una y otra vez acaba saliendo de nuevo a licitación. En definitiva, que no hay manera de que sea finalizada. Esa piscina nos va a acabar costando a las arcas públicas seis millones de euros como seis soles. Esa obra que, en teoría, va a ser el epicentro en torno el cual orbitará la futura “ciudad deportiva de Teruel”; la cual, con los proyectos que hay a día de hoy encima de la mesa, igual llega a centro deportivo de segunda. Y digo lo de segunda porque, recordando palabras de la alcaldesa que había recorrido muchas ciudades deportivas, le comentaré que, gracias a mi actividad deportiva, visito varias ciudades deportivas al año… y bueno, sin comentarios.

Pero volviendo al tema, sigue existiendo un mal vicio en la política que es prometer e intentar realizar grandes obras e infraestructuras en momentos y años de incertidumbre, tanto económica como social, y acaban dando más problemas, fallos y retrasos que soluciones reales. Y lo hacen, precisamente, en un momento en el que lo verdaderamente importante es mantener lo que ya hay y potenciar elementos urbanos que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Pero no solo eso, también es primordial reforzar las estructuras públicas que han demostrado, durante este tiempo de pandemia y de posterior crisis, que sus costuras están mucho más tensionadas y frágiles de lo que la gente recordábamos y algunos ni si quiera se habían planteado.

La piscina esta en un punto en el que, obviamente, debe llegar hasta su finalización y término de forma satisfactoria para la ciudadanía y para la empresa adjudicataria. Pero los problemas florecen como las malas hierbas después de una abundante lluvia: problemas en la cadena logística, suministro de materiales, cables ocultos y otros puntos que llevan a que, como estamos viendo, no es una obra sencilla de finalizar en el corto plazo. Sin embargo, deberíamos poner una reflexión encima de la mesa, la de cómo deben orientarse las políticas públicas y, sobretodo, la eficiencia con la que estas han de aplicarse a la hora de plantearse estas grandes obras. Por ello no son más que promesas electorales, de las cuales más tarde que pronto, acabaremos acabamos viendo sus resultados… Promesas que en Teruel son abundantes. Como el proyecto del COAM que nunca parece ver la luz, el museo de la Batalla de Teruel por la DGA, la larga ausencia, cierre y falta de perspectiva de la residencia Luis Buñuel y un suma y sigue que deja en el tintero proyectos que son necesarios y nunca se realizan.

Nos acercamos al año electoral, o electopromesal, y vamos a ver una cascada de proyectos que parecen maravillosos sobre el papel pero que la financiación queda en un plano alternativo, o perdido, como si fuese el armario de los secretos de alguna novela de fantasía. Se necesita un giro en la mentalidad política general en el cual el día a día de la ciudad pase a ser el prisma principal a través del cual mirar la ejecución pública y la planificación de las mismas. Esto pasa por una implementación del análisis de políticas públicas, algo que por desgracia no se realiza en nuestro país en el que se actúa más con el mantra de la actuación primero y después ver cómo funciona, en vez de a la inversa. Algo así como el primero dispara y luego pregunta de los forajidos de los Westerns del desierto de Tabernas.

Si estos pasos se tomasen, se daría con unas políticas mucho más eficientes, efectivas. Además, nos ahorrarían presupuesto a las arcas públicas, que es dinero de todos los ciudadanos y ciudadanas que pagamos impuestos; y, por tanto, deben reflejarse en las acciones que afectan a su día a día. Mientras tanto, esperemos al año electobral que se aproxima, preparemos las palomitas; y los que no dejen obras faraónicas, nos darán el Bálsamo de Fierabrás que solucionara todos los males de nuestra ciudad y provincia. Que el vender humo y buscar enemigos externos también es una gran habilidad en estos tiempos.