Artículo de Adolfo Barrena publicado el 5 de agosto de 2021 en Arainfo

También podría empezar este escrito recordando ese dicho tan castellano de “por el forro”. Ya saben, es esa expresión que utilizamos para resaltar que algo o alguien desprecia, ignora o no respeta, a algo o a alguien.

En este caso el Sr. Vicepresidente del Gobierno de Aragón, ese cuatripartito que integran PSOE, PODEMOS, PAR y CHA, ejerce de paladín de las multinacionales de la electricidad y avisa, más bien advierte y, quizá, amenaza, a los ayuntamientos de esta noble tierra que, en ejercicio de sus competencias y en sintonía con sus vecinos y vecinas, dicen que ya vale de ocupar territorio para llenarlo de aerogeneradores y de placas fotovoltaicas.

Comete el “aliagazo” y, supongo que con el dedo índice bien rígido, avisa a los ayuntamientos que no vean ese maná prometido por las eléctricas. “Mucho ojito con poner dificultades a las empresas que quieren utilizar el territorio para lucrarse con parques eólicos y fotovoltaicos”, proclama.

El Sr. Aliaga, y supongo que el cuatripartito que nos gobierna estará de acuerdo porque nadie le contradice, se pasa por el forro esa cosa tan importante en una democracia como es la autonomía municipal. Es esa autonomía, reconocida en la Constitución, la que da a los ayuntamientos las competencias para dar las licencias de obras. Pero llega nuestro Vicepresidente y les dice que como no las den, que como les ponga dificultades en vez de alfombras rojas a las eléctricas, acaban en los tribunales.

Estamos ante la nueva burbuja especulativa, la nueva forma de explotar el territorio, de utilizar los recursos naturales, viento y sol, no para cambiar el modelo de desarrollo insostenible y depredador que tenemos, no para volver a dar oportunidades de vida y desarrollo sostenible a esos espacios que se empeñan en decir que están en el Aragón vaciado. No, ni mucho menos. El “aliagazo” viene porque hay que cuidar los dividendos y negocios de esas empresas, de larga tradición explotadora, que han convertido, con la permisividad de nuestros gobiernos, un servicio básico como es la electricidad, en un negocio que da millonarios dividendos.

Mientras tanto seguimos esperando el debido impulso y desarrollo de la producción propia para autoconsumo, o el apoyo a proyectos de renovables de cooperativas o municipales. Seguimos esperando ese prometido nuevo modelo de mercado eléctrico que haga más social, más justo y más democrático, el abastecimiento eléctrico a familias, a empresas y a administraciones.

Vaya esa primera reflexión por delante. Luego sigamos con otra.

Las multinacionales eléctricas, las que nos atracan cada mes con ese recibo de la luz tan caro, están monopolizando el sector de las renovables y, por consiguiente, seguirán siendo el oligopolio que haga negocios millonarios, a costa de todos y todas, a costa de nuestros paisajes y territorio.

En estos momentos, en Aragón, los proyectos de energías renovables en funcionamiento, autorizados, admitidos a trámite y presentados, ocupan 298.208 hectáreas. A ellas hay que añadir los parques eólicos y fotovoltaicos en tramitación cuyos datos no están incorporados todavía. Si lo comparamos con las 171.183 hectáreas de espacios protegidos que tenemos, veremos que las “energías renovables” ocupan, de momento, 128.000 Has. Más.

Hay un aspecto a valorar, además del indudable impacto paisajístico. Es el impacto que estas instalaciones «sostenibles y renovables» tienen sobre la fauna y la flora, sobre la biodiversidad y sobre los valores naturales del territorio. El Gobierno de Aragón, ya lo conocemos, es tremendamente «contaminante». Sus grandes logros son estaciones de esquí, macrogranjas, macromataderos y ahora las macroinstalacioes de generación eléctrica. Negocios, todos ellos, que dan beneficios a unos/as pocos/as pero que machacan y explotan el territorio.

Ahora, que tanto y tanto les oímos hablar del medio rural, del Aragón vacío, nadie parece darse cuenta de que la sustitución de las actividades productivas, de las tierras de labor, de la explotación familiar agraria, de la ganadería extensiva, de todas aquellas actividades que dan sentido y posibilidades de revitalización del medio rural, por los parques eólicos y fotovoltaicos, que dan dividendos a los consejos de administración, que dan unos pocos empleos temporales mientras se construyen, pero que echan a las gentes de sus pueblos porque las tierras las ocupan molinos y placas voltaicas.

Bien está lo de las fuentes de energía renovables, pero… ¿en estas condiciones?