Artículo de Alberto Cubero publicado el 27 de febrero de 2021 en Arainfo.

Un gobierno de coalición es ante todo un acuerdo programático, todo lo demás es escenografía o liturgia. Cuando el 12 de noviembre de 2019, sólo 48 horas después de la jornada electoral, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez anunciaron el acuerdo de gobierno, hubo liturgia y escenografía en aquella sala del Congreso de los Diputados, pero ante todo firmaron un documento. Un preacuerdo que acabaría siendo un acuerdo de casi 50 páginas. Eso y solo eso, es el gobierno de coalición.

El caso es que nos acercamos al tercio de legislatura y nos faltan dedos de las manos para contar los incumplimientos del PSOE con la parte social de ese acuerdo, además en cuestiones que fueron centrales para UP en aquel acuerdo, pues son centrales para la vida de la gente: derogación de la reforma laboral, de la ley mordaza, la subida SMI o el último de la regulación de los precios alquiler donde el acuerdo recoge literalmente “la vivienda como derecho y no como mera mercancía”. Sin embargo, esta semana el ministro Ábalos ha afirmado que “la vivienda es un derecho…pero también un bien de mercado”, reconociendo así su nula intención de cumplir con el acuerdo.

Unidas Podemos se esforzó en concretar al máximo posible el texto relativo a la vivienda, pues conocía bien los fuertes vínculos del PSOE con la banca y con la clase rentista parasitaria (un buen ejemplo es su conexión directa con el lobby Asociación de Propietarios de Vivienda en Alquiler cuyo presidente es el exministro socialista Joan Clos). Por ello, dejó negro sobre blanco en el acuerdo aspectos tales como “medidas normativas necesarias para poner techo a las subidas abusivas de precios de alquiler”, “realojo inmediato de las personas inquilinas que no puedan hacer frente al pago del alquiler” o definir legalmente el concepto “vivienda vacía” y “gran tenedor de vivienda” como un instrumento que permita a las CCAA y a los Ayuntamientos actuar al respecto por ejemplo, con el tan demandado impuesto a la vivienda vacía. Medidas todas ellas que ni se han cumplido, ni el PSOE tiene la más mínima intención de cumplir.

Es cierto que si España fuera una democracia plena no habría hecho falta ser tan puntilloso en el acuerdo de gobierno, puesto que se cumpliría el artículo 47 de la Constitución que además de reconocer el derecho a disfrutar de una vivienda digna, establece la obligación de los poderes públicos de impedir la especulación. Y sólo se puede especular si se considera que algo es un “bien de mercado”.

El PSOE no esperaba que más de un año después UP siguiera cabezón reclamando el cumplimiento del acuerdo de gobierno y además, con ese deje impugnatorio que le lleva a denunciar la anormalidad democrática o el lobby de las empresas de comunicación. Esperaban para estas fechas habernos domesticado como han hecho en otros parlamentos autonómicos, aquí en Aragón sin ir más lejos, donde Podemos y CHA tienen una posición subalterna y sumisa a Lambán. Porque no nos equivoquemos, su máxima no sería expulsarnos del Consejo de Ministros sino mantenernos dentro incumpliendo el acuerdo y que seamos nosotros los que justifiquemos ese incumplimiento. Lo que quieren es domesticarnos, hacernos corresponsables de sus políticas para eliminar cualquier alternativa al neoliberalismo. Y este ataque no viene de la ultraderecha, es de nuestro propio socio de gobierno.

No es sólo el PSOE, es todo su entramado de poder incluido el mediático. La actitud de la cadena SER y el Grupo PRISA suele ser el mejor termómetro, y es evidente que han comenzado una guerra mediática contra Unidas Podemos similar a la de “la pinza” de Anguita ya antes de las manifestaciones de Hasèl, justo después de la aprobación de los PGE. La argumentación para el incumplimiento del acuerdo es que la aplicación de las medidas más sociales, en plena crisis, sería un desastre para la confianza de la económica y que la UE ha condicionado los fondos a ciertas cuestiones, como no tocar la reforma laboral o recortar las pensiones. Cuando UP reclama el cumplimiento del acuerdo el poder mediático nos califica de irresponsables, por generar tantas tensiones al interno del Gobierno, para que nos domestiquemos y en el caso de no hacerlo, preparar el terreno para nuestra expulsión, mostrando un PSOE responsable que mejor sería si pudiera gobernar sólo o con grandes acuerdos con la derecha. No hay más que ver el contraste entre el alborozo por los recientes acuerdos de PP y PSOE con la renovación de RTVE u otros órganos clave y la bilis cuando UP habla del acuerdo de coalición.

Ante esta situación toca mantener cabeza fría, actuar con inteligencia, porque lo que te pide el cuerpo no suele ser lo correcto. Lo que hagamos lo tiene que compartir, o al menos entender, nuestra gente. Tampoco sirve de nada decir “ya os lo dije”, a mí personalmente lo que me preocuparía es tener que volverlo a decir, una vez más, dentro de unos años. Así que vamos a desplegar todas las posibilidades y contradicciones de esta apuesta para sacar las conclusiones correctas y definitivas. Marx decía que una etapa en la historia no se supera definitivamente hasta que no vive y supera todas sus contradicciones. Superemos dialéctica y definitivamente esta encrucijada.

Porque lo que está claro es que ante los incumplimientos del PSOE, Unidas Podemos no podemos limitarnos a repetir “pacta sunt servanda” (lo pactado obliga), que aunque en latín queda más guay es igual de mentira que en español, y más tratándose del PSOE. Lo pactado con el PSOE no es garantía de cumplimiento, ya que si por algo se caracteriza el PSOE es por prometer una cosa y hacer la contraria, por hacer creer que defiende los intereses de la mayoría trabajadora y a la hora de la verdad estar del lado de los poderosos. OTAN no, de entrada. La vivienda es un derecho, pero también un bien de mercado. La verdad del PSOE, siempre está después de la coma.

Y es que los pactos se cumplen si tienes la fuerza para hacerlos cumplir. Unidas Podemos nos hemos mantenido firmes exigiendo que se cumpla, pero hemos descuidado la construcción de la fuerza organizativa, militante, de poder popular, de la que ahora echar mano para hacerlos cumplir. Hemos cometido el mismo error que el PCE cometimos en la transición, donde seguramente se hizo por llegar al mejor acuerdo posible, pero desmontamos nuestra fortaleza en las Comisiones Obreras, en el movimiento vecinal, en el poder real que nos hubiera permitido hacer cumplir los artículos sociales de aquel pacto constitucional. Y así estamos ahora, más de 40 años después, teniendo que recordar que la vivienda no es un bien de mercado, que es un derecho y que el gobierno tiene la obligación de tomar las medidas para que sea efectivo, tal y como dice el artículo 47 de aquella Constitución que, al igual que el acuerdo de Gobierno, nunca se ha cumplido en su parte más social y avanzada por no tener la fuerza que obligue a la otra parte a cumplirlo.

Es importante que no nos domestiquen, pero si por no lograrlo acaban expulsándonos del gobierno y las calles están vacías, sería el peor epitafio de esta aventura. Así que pongámonos manos a la obra, que gobernar no es incompatible con decir la verdad, ni obliga a renunciar a lo pactado, pero tampoco impide construir organización y conflicto.