Artículo de Elena Tomás publicado el 10 de enero de 2023 en Arainfo

Antes de que el Buñuel fuese el centro de operaciones de la asamblea 8M, fue mi instituto. Allí cursé dos años de aprendizaje más bien social. Venía de un barrio rural y la libertad de estar en la ciudad me la tomé muy en serio e iba poquito a clase. Conocí así el barrio del Gancho, durante 1993 y 1994 paseé por sus calles y me senté en la plaza Santo Domingo a fumar los primeros cigarrillos. No era “un buen barrio” me decían, “ten cuidado”. En la misma plaza Santo Domingo había una discoteca, así que los lunes por la mañana te podías encontrar todavía a algunos rezagados que seguían de juerga y esta era la única situación en la que sentí algo de congoja, por lo demás el barrio para mí fue un descubrimiento maravilloso.

Años después volví a la plaza Santo Domingo y a los pasillos y espacios del instituto convertido ahora en Centro Social Comunitario. Allí se fueron dando los primeros pasos para organizar la asamblea 8M en Zaragoza y también los días 13 y 14 de enero de 2018 se celebró allí el segundo encuentro estatal de esta red feminista. Casi 400 mujeres nos unimos ese fin de semana para debatir, decidir y compartir sobre feminismo, experiencias y el camino a seguir. No voy a omitir que pasamos un frío horrible, tapadas con mantas mientras hacíamos las asambleas sentíamos que estábamos haciendo algo muy importante. Se cerró un argumentario que nos ha servido para seguir trabajando y que también ha propiciado cambios en forma de leyes que nunca hubiesen existido sin el empuje del movimiento feminista.

Tras el encuentro estatal, el Buñuel siguió siendo nuestro centro de encuentro para asambleas, para ruedas de prensa, el encuentro de 8M en Aragón, fiestas y cenas post 8M, allí guardamos nuestras pancartas y materiales, allí en el Buñuel nos sentimos en casa.

Uno de mis mejores recuerdos es del día en el que dinamicé la primera asamblea de 8M Zaragoza. Esperando en la plaza Santo Domingo me vino a la cabeza una escena de mi adolescencia, de cómo en una clase de Historia le dije al profesor que sí, que la palabra democracia era muy bonita, pero que hasta ahora la democracia no había supuesto igualdad de oportunidades y que todavía faltaba para que esa igualdad fuese efectiva.

Cuando intervienes en los movimientos sociales se hace por el convencimiento de que solo el poder popular es capaz de empujar para que se produzcan cambios reales, de que solo el pueblo salva al pueblo. Eso es el Buñuel: una comunidad de personas intentando cambiar las cosas, ayudando y proporcionando cultura y actividades.

Quieren quitarnos el Buñuel porque no conciben una red de apoyo vecinal y colectivo de este calibre en una ciudad que creen manejar a sus anchas. No alcanzan a comprender los beneficios de esta amplia red tejida por personas diversas que creen en la organización comunitaria, que huyen del sistema capitalista y que demuestran que otra realidad es posible. Y es justo esa realidad, la de cuidarnos entre todas y practicar el apoyo mutuo, la quieren negarnos.