Artículo de Álvaro Sanz y Félix Rubio publicado en El Periódico de Aragón el 8 de septiembre de 2021

Cualquier sociedad necesita superar las fatalidades colectivas que padece con cierta urgencia. Pero dejar atrás el dolor y las afecciones a la vida cotidiana, en este caso generadas por el covid-19, no puede hacerse olvidando u omitiendo los problemas enfrentados para su gestión. Muy al contrario, solo enmendando estas carencias y poniendo en marcha los aprendizajes que nos deja la pandemia podremos decir que la estamos superando correctamente, especialmente en el ámbito de los servicios públicos y, ahora con el inicio del curso escolar, en materia educativa.

Durante el último año y medio, hemos vivido dos inicios de curso y la clausura de otro todavía confinados. Diecisiete meses que han arrojado importantes aprendizajes y que, de nuevo, han dejado claro que los problemas enfrentados no hubiesen sido superados sin los esfuerzos y sacrificios de la comunidad educativa, padres, madres, personal docente y no docente de los centros y alumnado.

Es momento de echar la vista atrás para valorar cómo ha reaccionado el Gobierno de Aragón en la materia durante este tiempo y si, realmente en Aragón, hemos entendido que es urgente reforzar el sistema educativo para suturar viejas brechas de desigualdad e impedir otras nuevas abiertas por la pandemia.

Las cifras suelen ayudar a análisis objetivos sobre la existencia o no de vocación política superadora en este sentido. Lamentablemente, a juicio de IU, la planificación para el inicio del curso escolar confirma la falta de voluntad del Departamento de Educación para atajar los problemas crónicos de nuestra enseñanza y resolver otros concretos y acuciantes en las fechas pertinentes.

Es importante que la sociedad conozca que Aragón es la comunidad autónoma que menos profesorado extra contrató el curso pasado para atender las necesidades educativas que imponía la pandemia. Una tónica que ha marcado también el inicio de éste, al punto de producirse recortes sobre los pocos que contrató el curso pasado. Y todo ello, a pesar de que sus resultados, relacionados con las ratios bajas, con los desdobles y con la atención más personalizada del alumnado, han sido muy positivos.

Aragón podría y debería haber mantenido una política expansiva de incremento de plantilla y de reducción de ratios, pero no lo ha hecho. Ni lo hizo el año anterior ni lo está haciendo este. No sirve con asegurar que los centros educativos son lugares seguros, realidad que le debemos en buena medida a los centros y al alumnado, se trata de aprender de lo vivido: las ratios bajas, los apoyos específicos al alumnado con necesidades o los desdobles permiten una atención más personalizada y una educación que realmente combata la desigualdad.

Llevamos años exigiendo actuar con planificación y sin ser cicateros presupuestariamente para mejorar la calidad del sistema educativo aragonés. La pandemia simplemente ha venido a reforzar estas exigencias que pasan por cambios profundos y estructurales.

Sin embargo, el Gobierno de Aragón prefiere seguir con la mirada corta, afrontando la gestión del inicio bajo los ritmos de mejora propios de tiempos previos a la pandemia, con políticas de ahorro presupuestario que nos obligan, en el mejor de los casos, a reaccionar a golpe de movilización o cuando la realidad objetiva obliga a dotar de más medios.

Unas políticas que, además, impiden resolver los problemas concretos en su justo momento. Y, si no, que alguien explique por qué las aulas y espacios escolares necesarios para el inicio de curso no van a estar disponibles el 8 de septiembre.

Educación ya sabía el pasado mayo, después del proceso de escolarización, cuántas aulas tenía cada centro escolar y cuántas aulas iba a necesitar el 8 de septiembre. No es tan difícil: es una resta sencilla. Pero la instalación de aulas prefabricadas no finalizará, en muchos casos, antes de finales de este mes. Mientras tanto, ese alumnado estará distribuido en otros centros masificados, ocupando espacios impropios, produciendo enormes problemas organizativos… En nuestra opinión, esto no es una gestión correcta ni a la altura de las necesidades.

Nos cuesta entender que un año tras otro todas estas cuestiones sean recurrentes si no es debido a políticas de ahorro y falta de sensibilidad.

Esperar a que el covid-19 pase para volver a una educación con ratios más que mejorables, profesorado y personal no docente insuficiente, especialmente el que apoya a los alumnos con necesidades, infraestructuras pendientes e improvisación no parece que sea la aptitud más acertada, al menos eso es lo que considera IU.

Es momento de fortalecer los servicios públicos con presupuestos y gestión eficaz, porque a las y los alumnos que todavía no tienen centro ni aula prefabricada de poco les sirven los discursos y las frases hechas.