Por más que hago esfuerzos inhumanos para templar la rabia que llevo dentro desde el lunes pasado, he de reconocer que no puedo. Y, sobre todo, no quiero.

Voy a hacer uso de la educación que me enseñaron a tener mi madre y mi padre desde pequeña. Pero también voy a administrar la dosis necesaria de la furia que se pasea por mi estómago. Porque me da la gana. Así que me dirijo a través de este artículo al Delegado del Gobierno en Zaragoza, Gustavo Alcalde. Porque no tengo vía directa. Que yo encantada de comentarle este asunto en persona.

Delegado, supongo será conocedor de todo lo que se ha opinado ya al respecto de sus actuaciones y declaraciones sobre el asesinato machista de mi vecina Soraya. Le recuerdo cositas delegado: Soraya tenía 37 años de edad, con un hijo menor a su cargo, con toda la vida por delante, con una denuncia previa sobre el que fue su futuro asesino (presente ya), y con la única protección de una ridícula orden de alejamiento. Una ridícula orden de alejamiento a quién la había secuestrado en su casa, pocas semanas antes, a punta de pistola, durante varias horas y con su hijo delante. Ya la ha asesinado. Otro asesinato machista. Y van 17 sólo este año. Este lunes fue en Zaragoza. Asesinaron a Soraya. Y somos una menos.

Y la prensa le pide a usted declaraciones, como máximo responsable de la seguridad de la ciudadanía zaragozana y, lejos de hacer autocrítica, Delegado, en sus declaraciones va y culpabiliza a Soraya de no haber avisado que su secuestrador y futuro asesino podía “volver” a Zaragoza.

¿De verdad pretende, Delegado del Gobierno, que vaya a contener la rabia y la furia ante estas declaraciones? No me conoce de nada, claro. Ni a mí, ni al resto de mujeres y hombres que, en este momento, estamos opinando con demasiada educación, lo que pensamos de sus declaraciones y actuaciones.

Yo no sé si usted ha sido secuestrado varias horas en su casa, con alguien apuntándole con un arma en una mano mientras se dirige a su hijo diciéndole “que usted va a emprender un viaje largo”. No sé si eso le ha ocurrido. Yo creo que no, segurísimo que nos hubiéramos enterado si así fuera. Y me alegro que no le haya pasado nunca. Faltaría más.

Lo que sí sé, seguro, es que usted pasea por la calle con personal-escoltas que velan por su integridad física y por defender su vida. Me podría usted explicar, ¿por qué Soraya no llevaba ese mismo personal-escolta? Ella sí había sufrido una amenaza directa de muerte, pero no se valoró ponerle protección como la que usted lleva. Haya sido amenazado o no.

Otra cosa le quiero comentar Delegado. Cuando usted hace declaraciones, como último responsable de la seguridad de las zaragozanas y zaragozanos, del tipo “la mujer debería haber avisado, que el hombre podía volver (…)”, ¿es consciente de la envergadura del contenido de sus declaraciones? Porque si lo es, le voy a recordar la frase tan contundente que usted conocerá, ¡sí, hombre! aquella que tanto dijo su antiguo jefe, ese que, para más gloria de alguna, fue presidente del Gobierno Español durante ocho largos años.

¡VÁYASE DELEGADO! ¡VÁYASE YA!

Seguro que ya cae en quién le digo.

Pero hay cosas que no sé. No sé si usted ha tenido que enfrentarse, de segunda vez, a ese secuestrador que te vuelve a apuntar con una pistola. Aseguraría que no. Lo sabríamos seguro.

Es de tener mucho, mucho cuajo, justificar (volviéndola a culpabilizar) que Soraya tenía el teléfono de un policía al que llamar si se acercaba su futuro asesino.

¿Qué tenía que haber hecho Soraya para no ser la culpable de su propio asesinato? ¿Decirle al mierda de su asesino que le dejara un momentico hacer una llamada?

Delegado del Gobierno, Gustavo Alcalde, usted lleva personal-escolta para proteger su vida. Y si es necesario, pues está bien.

Pero, por lo visto, para Soraya no había necesidad de la misma protección.

Para mí todas las vidas son igual de importantes, ¿me quiere explicar por qué la suya es más digna de proteger que la de Soraya?

Créame Delegado, tiene usted mucha suerte de la educación que me dieron mis padres (bueno, eso, y una ley mordaza que me coarta mi derecho a la libertad de expresión, para ser sincera), porque a pesar de todo lo que pienso de usted, de todos los sentimientos de ira y furia que me provocan sus actuaciones y palabras, sólo voy a decirle una cosa, si usted culpabiliza a Soraya, yo le responsabilizo a usted.

Háganos ese favor de manera inmediata a todas las que creemos que nuestras vidas son, al menos, igual de importantes que la suya. No le queremos aquí, no le vamos a permitir que sus graves errores los convierta en culpa nuestra. Eso nunca. Soraya no se lo puede decir ya, pero se lo digo yo. Por ella y por mí. Y por todas. ¡VÁYASE DELEGADO! ¡VÁYASE YA!

Paloma Lafuente, responsable de Políticas Sociales e Igualdad de IU Aragón