Me ha pasado a menudo. Cuando leo escritos en Diario de Teruel de Vicente Altaba, que no sé si sigue siendo aún delegado episcopal de Cáritas, por ejemplo el del 26 de octubre de 2008 que titulaba “Otro mundo es posible”, y muchos otros, me he sentido identificado con su mensaje social. Y me daban ganas de decirlo públicamente.

Diario de Teruel, y también Heraldo del jueves 16 de agosto, contienen una entrevista con el cardenal Santos Abril y también en este caso me siento identificado con la preocupación por las personas que lo pasan mal y por su demanda de justicia. “Es incoherente tener que ayudar a los que tienen culpa de la crisis”, dice el cardenal entre otras cosas. Esta vez no he querido reprimir las ganas de escribir.

El título de mi artículo es pretencioso: “Una alianza estratégica”, es decir, nada de movimientos tácticos, para ganar apoyos momentáneos. Lo que propongo es a largo plazo. Escribo este artículo a título personal, y es posible que algunos de mis amigos me critiquen, pero la libertad de expresión es para todos, también para mí.

Lo que quiero resaltar es la coincidencia en la reflexión entre algunas personas de la Iglesia Católica y la que hacemos otros, sobre todo quienes consideramos que el capitalismo es el problema, no la solución.

Buceando en internet para escribir esto, leo que tampoco la Iglesia está a favor del capitalismo. Y sobre todo, también como nosotros, lo que critica la Iglesia es la predominancia del beneficio individual a cualquier precio.

Pero no nos podemos engañar. El capitalismo primario, el posterior, el neoliberalismo y todos los adjetivos con los que se le disfrace, tienen como objetivo la acumulación en manos privadas de grandes cantidades de dinero, en la confianza “inocente” de que los capitalistas, una vez acumulado su dinero, van a actuar movidos por el bien común o, como creen otros, de forma automática se van a resolver todos los problemas de la sociedad.

A la vista está que eso no es cierto, porque ya llevamos muchísimos años de predominio del capitalismo y siguen muriendo muchos miles de personas diariamente por falta de alimentos y remedios médicos baratos, porque quienes no tienen poder de compra no existen para el capitalismo.

Y a la vista está también, que quienes tienen el capital en sus manos están ahora obligando a los estados a pasar por el aro, haciéndonos súbditos suyos a nuestro pesar. Y cuando se acaban o limitan los ámbitos de ganancia, se privatiza el agua, la sanidad, la educación, y lo que haga falta, siempre, claro está, que les sea rentable.

Pero a lo que iba. La reflexión del cardenal Santos Abril es importante: “Debe haber mucho más sentido de la justicia, ya que hay algo que no funciona en el mundo cuando se mueven grandísimos capitales buscando la mayor ganancia y aprovechándose de dificultades internas y debilidades”. Esto, con lo que estoy de acuerdo, llevado a sus últimas consecuencias requiere a mi entender un compromiso para intentar evitarlo.

El cardenal, en su entrevista, sólo plantea dos diferencias con mi posición: Que yo no metería en la cárcel a ninguna mujer que decidiera abortar, y que no estoy de acuerdo en la equidistancia en las responsabilidades de las muertes en la Guerra Civil Española. Pero son temas que en este artículo no toca desarrollarlos. Intento buscar la alianza, no la confrontación. Y además, no intento que nadie renuncie a ninguna posición ideológica o religiosa. Debemos reflexionar acerca de si es importante para nosotros intentar mejorar la vida de los habitantes de este planeta o nos vamos a quedar simplemente rezando unos y reflexionando otros, refugiados en nuestras diferencias. O dicho de otro modo. ¿Podríamos hacer algo conjuntamente los cristianos y los no capitalistas, para mejorar la vida en el planeta?

Quienes de entre los cristianos piensen socialmente como Santos Abril o como Vicente Altaba, y quienes desde otras posiciones políticas o sociales pensemos parecido, deberíamos plantearnos el colaborar para conseguir un futuro más humano entre todos, para todos. También y sobre todo, para quienes no tienen poder de compra.

Las bases de ese posible acuerdo estratégico deberían ser, a mi modo de ver:

1º El acuerdo se debería basar en el derecho, no en la limosna. Porque ya sé que organizaciones religiosas y laicas están trabajando de forma altruista por todo el mundo. Pero eso no es la solución. Es un parche. Son buenas acciones, imprescindibles hoy, pero un parche.

2º Todo el mundo debería tener derecho a la comida de forma suficiente.

3º Todo el mundo debería tener derecho a una sanidad básica.

4º A partir de ese momento deberíamos repartir el trabajo entre todos.

5º Todo ello en un marco de democracia y respeto a todas las opiniones y     creencias.

6º Después ya avanzaríamos en temas de educación, vivienda, etc.

Y todo lo demás, sobre todo el mercado, debería estar supeditado a la consecución de los objetivos antes explicitados.

Esto que propongo no es nada original. Tal vez lo original es la necesidad de una alianza estratégica entre todas las personas de buena voluntad. Parto de la necesidad de encontrar un modelo económico más social, un modelo económico donde el objetivo sea la persona, y parto también de la creencia de que el capitalismo va a seguir generando cada vez más desigualdades, y nos vemos abocados a una catástrofe ecológica, económica y social. Suele resolver estas catástrofes el capitalismo con guerras. Ojalá podamos evitarlo.

Y parto, en fin, de que el nuevo modelo económico está por construir, entre todos, y que nadie tiene el modelo perfecto.

Ya sé que los objetivos mencionados no son objetivos para conseguir mañana, sobre todo si no lo intentamos.

 

Teruel, 16 de agosto de 2012

José María Martínez Marco, Concejal de IU en Teruel