Ha pasado más de un año desde aquella votación en Europa en la que se dejó fuera a la Travesía Central de los Pirineos (TCP) de la Red Básica de Transporte Europea. Desde entonces se ha hablado en demasía de las bondades de la misma cuando, realmente, no se sabe siquiera la trascendencia real más allá de estudios de viabilidad, que también se han hecho en muchas infraestructuras, hoy inútiles. En este sentido, se habla de hasta 30 millones de toneladas como capacidad de transporte, cantidad más de 300 veces superior a las necesidades de Aragón y más de 10 veces de lo que hoy pasa por los dos principales ejes ferroviarios del Estado. Por ello pensamos que una cosa es que tenga esa capacidad y otra muy distinta que se alcance, pues el principal gran competidor con el transporte ferroviario no es otro que el barco, un trasporte muchísimo más barato y de menor consumo energético.  Tampoco se sabe nada oficialmente sobre la zona de paso a Francia (así lo dice por escrito el Gobierno de Aragón) aunque es evidente la apuesta por el Sobrarbe, que está en pie de guerra en su tejido social y en el que el Ayuntamiento de L’Ainsa, a propuesta de IU, ya se ha opuesto. Tampoco se sabe, lógicamente, si pasaría una evaluación de impacto medioambiental y mucho menos su coste, del que algunos dicen que, solamente, el túnel costaría más de dos veces el presupuesto de la Comunidad Autónoma. Pese a estos antecedentes y dudas, el Gobierno de Aragón insiste en este proyecto con una propaganda política y mediática inmensa, con visitas institucionales por España con desigual respaldo y en Europa con la negativa por montera. Lo ha hecho, además, con importante gasto público, pues lo presupuestado para la Fundación Traspirenaica para este año 2012 y el próximo llegará casi al millón de euros, en su inmensa mayoría destinados para que nadie dude de las bondades de la TCP en lugar de destinarlos a otras necesidades hoy día muy recortadas o casi olvidadas, entre ellas el Canfranc.

En España, las últimas décadas han sido las de las grandes infraestructuras, que PP y PSOE han tratado políticamente como que iban a hacer de nosotros una potencia económica y de generación de empleo (hoy lo somos de desempleo) y, por ello, han sido en su inmensa mayoría sobredimensionadas a lo que necesitábamos (basta pasearse por el aeropuerto de Huesca o reflexionar sobre si es sensato que seamos el segundo país del mundo con más kilómetros de AVE). Es por ello, por lo que a nuestro juicio, la TCP está siendo usada  como una nebulosa que oculta problemas del día a día y como una gran leñera que se piensa usar en la locomotora de las grandes infraestructuras, las cuales nos debieran salvar en el futuro, mientras en realidad salvan fundamentalmente a las grandes constructoras mientras dura su ejecución. Por todo esto y porque a fin de cuentas en materia de infraestructuras trasfronterizas con Francia nuestra apuesta central siempre ha sido el Canfranc, Izquierda Unida de Aragón ha dicho basta a la quimera de la TCP. Basta de gastar dinero público y quemar más esfuerzos en lo que hoy no deja de ser algo más que una idea llena de dudas y sin futuro visible. Izquierda Unida ha dicho basta a un proyecto que distrae la atención y los esfuerzos políticos y económicos en el Canfranc. Es el momento, más que nunca, de pensar en inversiones necesarias, de reducido gasto, vertebradoras y respetuosas con el medio natural. Es el momento de pensar en infraestructuras que como el Canfranc, son ajustadas a nuestras necesidades y que algún día, si quedan pequeñas, justificaran por sí solas otras necesidades más ambiciosas como pueda ser la TCP. A fin de cuentas, para qué  gastar en un Fórmula 1 el dinero de todos, cuando lo que necesitamos se resuelve con un buen coche.