• ¡Pasen y vean señores y señoras! Vayan tomando asiento, en breves momentos comenzará la función.

El Gran Circo Español “Democracia de pacotilla” promete ofrecerles el mejor espectáculo que nunca hayan visto sus ojos de gentes de bien. Pero antes de comenzar, quiero hacerles una pregunta:

  • ¿Cómo están ustedeeeeeesssssssss?
  • Bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeennnnnnnn- contestamos como buen público entregado.

En la publicidad de la tele decían que, esta vez, traían a las mejores equilibristas del país y a los más graciosos mimos del reino. Por su puesto libre de actuaciones con animales. Bueno, no es del todo cierto, en la puerta de la carpa han puesto dos esculturas de dos leones en bronce, con una bola debajo de la pata. Cosa del marketing será.

Fuera estaba cayendo la mundial, llevaba ya muchos meses este tremendo temporal. En cuenta de mejorar, cada día que pasaba arreciaba la brusquedad con la que el Huracán “Miseria” estaba asolando mi país. En una breve columna diaria de alguna prensa escrita alternativa me he ido informando de la cantidad de destrozos que ha ido originando, que si pobreza infantil descontrolada, que si cientos de personas ahogadas que aparecen en las playas de Europa, que si paro y miseria por doquier, que si olas de violencia y agresiones a personas de otras razas… En fin, todo terrible, la verdad.

Pero aquí dentro se está bien. Estoy muy agustito y espero que el show de los bufones me entretenga un poco. Ahora están jugando al juego de la silla. Si, ese. El de toda la vida. Andan alrededor de una silla mientras suena la música. Se miran de reojo y se van dando codazos para desplazar al otro. Cuando el maestro de ceremonias pulse pause, todos correrán para ser quién se siente y gane el juego. ¡Ay! Ya me estoy riendo antes de que acabe, el público ya nos hemos dado cuenta que a la silla le falta una pata, el maestro de ceremonias nos guiña el ojo y nos la señala riéndose con cara de malote. ¡Qué hostia se va a dar el que ponga el culo!

Buff, otro trueno. Este ha hecho temblar los cimientos de la carpa. No sé qué habrá sido ahora, una mujer asesinada por su marido, otro juicio a algún reportero o alguna concejala que llaman a las cosas por su nombre, algún desahucio, otro caso de acoso escolar…Vete a saber porque ha sido ahora. Bueno, luego me entero, que está muy interesante la sesión de circo de hoy.

Ahora les toca a las equilibristas. Qué buena planta tienen las dos. A una de ellas se le nota que tiene experiencia en el circo. Se pasea ufana por la pista saludando al público, sonríe mucho y lleva un traje con muchas plumas y brillos. La otra moza parece nueva, como más humilde, pero está todo el rato intentando ponerse delante de la otra, mueve mucho las manos y da volteretas mientras da la vuelta a la pista. Busca su hueco y su protagonismo en el show. Es lógico. Si no te ven, no existes. Hay que llamar la atención. Aunque luego sea mejor equilibrista que la de siempre. O no. Aún no lo he podido comprobar. Llevan tanto rato haciendo aspavientos para saludar que al final no les va a dar tiempo a actuar.

¡Joder! ¿ese resplandor ha sido un rayo? ¡Madre mía! si se me ha iluminado hasta el grano de la barbilla. Me giro hacia los lados buscando caras de complicidad entre la gente del público, ¿soy la única a la que se le ha quedado el pelo como a Espinete? Y aunque esto está abarrotado sólo parece que hayamos visto el resplandor, por entre las rendijas de la carpa, una docena de personas. Le pregunto a la mujer que está a mi lado que, con cara de pánico, está mirando el móvil para ver si se entera de lo que ha pasado. El resto sigue expectante con las volteretas de una y las plumas y lentejuelas de la otra.

Mi vecina de butaca me hace un gesto con el dedo índice para que acerque mi oreja a su boca. Ya debe saber lo que ha pasado.

  • Tranquila nena, es lo del juicio de la hermana del actual rey. Que ha ido hoy a declarar otra vez y se ha armado un poco de revuelo entre la ciudadanía porque parece que la quiere exculpar hasta la propia fiscalía. Y claro, la gente se ha indignado y se ha liado por un momento. Pero que ya se ha pasado todo.

De verdad que yo no sé cuándo va a acabar la dichosa tempestad.

Vaya, lo que sí que parece que se acaba es la función. Está saliendo todo el grupo de artistas a saludar y despedirse. El público aplaude mucho aunque, a mi alrededor, hay algunas personas que dicen que vaya birria de espectáculo, que cada año da más lástima que risa y que total para ver más de lo mismo que no merece la pena. Pero bueno, que hay gente que se queja de todo. Eso ya se sabe.

Nos vamos levantando para salir a la realidad. Cuando casi todo el público está ya en pie y andando hacia las salidas se oye una música de verbena por los altavoces y una voz socarrona interrumpe la canción y nos dice “Señoras y señores, no se vayan todavía, ¡aún hay más!”

Oé, oé, oé, oé…Vuelta a nuestros asientos, qué suerte hemos tenido. En este circo hacen doble sesión de espectáculo. Jo, sería genial que saliera el matrimonio ese de ilusionistas tan reconocido. Son la caña, piden billetes a varias personas del público y luego desparecen del escenario. A mi esa parte de la función es la que más asombrada me tiene. Y mira que la he visto veces, pero no deja de fascinarme. Que cuando vuelven a aparecer, no devuelven la pasta y encima la peña les jalea y les aplauden como si no hubiera un mañana. Si es que ¡vaya par de cracks!

Miro a través de una de las ventanas de la carpa. Menuda pinta tiene el cielo. He oído esta mañana en la radio que parece que viene una gorda. Han dicho que si llega desde Polonia. Quiere exterminar a ciclistas, a traidores y traidoras de la patria y a quiénes no obedezcan y veneren la religión cristiana.

En fin, qué más da. Ya me enteraré otro rato. Sólo espero que cuando llegue aquí me ya haya llegado a casa, que últimamente me pillan todos los chaparrones.

¡Uy! Ya perdonaréis pero os dejo un rato, que ya empieza lo del ilusionismo.

Paloma Lafuente, responsable de Políticas Sociales e Igualdad de IU Aragón