Limpiar nuestra mierda, y pagarles con ella. De este palo quieren negociar las empresas con contratas de Limpieza de Servicios y Edificios del Gobierno de Aragón a las mujeres y hombres, pero sobre todo mujeres, que todos los días se dejan el lomo por limpiar nuestra mierda y basura que generamos.

 

Mi madre ha trabajado toda su vida de limpiadora. Toda su vida se ha dejado la espalda para hacer la vida más salubre y cómoda a quiénes no querían, no podían o preferían no limpiar su propia porquería.

Mi madre, mujer digna donde las haya, se ha pegado la vida con crema de manos aromatizada en el bolso para intentar quitar el olor a lejía y amoniaco de sus manos después de cada extenuante jornada laboral.

 

Cuando entro a trabajar y encuentro la papelera vacía y el teclado del ordenador brillante, está clarísimo que, de nuevo, seres del espacio interestelar han vuelto a hacer horas nocturnas para que apoye el brazo en una mesa reluciente. O, mucho mejor!!, cuando ingresé el mes pasado en quirófano y olía a limpio, los suelos resplandecían y las bacterias pasaron a mejor vida, no me cupo la menor duda del buen madrugón que se pegaron cenicienta y sus amigos ratoncillos del cuento para hacerme el tajo a corazón abierto algo menos peligroso.

Pero lo más increíble es lo de los duendes que viven en las cajoneras de los pupitres de los coles. Esos…esos sí que saben!!! cuando mi chaval acude a clase bien de mañana, ya han conseguido borrar cualquier huella de plastilina pegada en el terrazo, las minas de lápices alrededor de esa papelera difícil de encestar y los restos de pises y cacas por fuera del váter porque aún no ha aprendido a utilizar la escobilla…¡Ay, si no fueran por esos duendes…!¡tendría al chico todo el día con alguna que otra infección!

Y ya la repanocha es el gran misterio de la barandilla impoluta de la escalera de mi comunidad y la bolsa de basura que desparece noche tras noche al poco de dejarla en el rellano. Qué cosas oye…ella solita se sabe el camino a la puerta de la calle y se introduce dócil en el contenedor de basura.

 

Las compañeras del sector limpieza de la provincia de Zaragoza vuelven a estar con los guantes puestos, dispuestas a seguir peleando con toda la energía que les queda después de sus agotadoras jornadas laborales, por un convenio que recoja unas migajas de lo que se merecen. Como lo hicieron hace dos años, con una lucha tremenda, de mujeres tremendas, que hicieron frente a la injusticia y, a una patronal usurera, con una huelga indefinida.

 

Piden una subida de un 0,75 por ciento durante el primer año de aplicación del convenio, lo que supone, a jornada completa, unos 100 euros brutos anuales sobre un salario medio de 800 euros, congelado desde hace tres años, y el 1,5 por ciento los dos años siguientes.

Piden una subida anual del valor de… !10 BARRAS DE PAN!

Qué insensatez, que osadía la de ellas…mira que parecerles escasos los ochocientos euros de miseria que cobran por molerse los huesos día a día a golpe de escoba, bayeta, amoniacos y vaciado de bolsas de basura. ¡El colmo!

Mira que pedir, con la que está cayendo, que les suban un salario de mierda por lo equivalente a 10 barras de pan al año. ¡Habrase visto cosa igual! y, ¿de dónde van a sacar entonces las pobres empresas mezquinas el 20% de beneficio anual que les supone la adjudicación de la contrata? Desde luego que falta de sensibilidad la de estas mujeres.

Porque sí, es una pelea por un conflicto laboral, pero es una lucha de mujeres, porque va contra las ellas. El 85 por ciento de la plantilla actual son mujeres y un 70 por ciento están contratadas a tiempo parcial.

Son currelas precarias, con trabajos duros y de mucho desgaste físico y, además, cobran salarios de miseria. Pero si algo les identifica de verdad es que son DIGNAS. Muy dignas y muy luchadoras.

Y resulta que están hartas, y que han decidido sacar los guantes a pasear. Porque si hay que dar guantazos a explotadores, miserables, avaros que quieren lucrase a costa de manos ajadas por el salfumán y la fregona, los van a dar.

Y se van a plantar enfrente, con las muñecas doloridas de escurrir gamuzas, las lumbares engarrotadas de agachar el riñón y las rodillas hinchadas de subir y bajar escaleras. Pero cuando estén enfrente de quiénes pretenden tenerlas esclavas para limpiar la mierda de los demás se van a encontrar sonrisas de triunfo, miradas de coraje, batas con brazos remangados y guantes dispuestos a pelear por lo que es suyo, la dignidad con la que nacieron y que no piensan dejar que nadie se la robe.

 

Y tendrán a su lado, como lo hice antes, a esta mujer que escribe. Que se pagó los estudios limpiando las uñas de los pies de la moqueta, a golpe de aspirador, de los jefazos que ocupaba las oficinas de turno. Que nunca me he quitado los guantes de la respetabilidad y que me pondré tantos otros como haga falta para sacudir en la cara a quiénes pretenden que sus mierdas se las limpiemos por menos del valor de 10 barras de pan.

FUERZA PARA ESA LUCHA DE MUJERES, LIMPIADORAS, PODEROSAS y VALIENTES.

 

#Por10BarrasDePan

#PorUnConvenioDigno

 

Paloma Lafuente, Responsable de Políticas Sociales e Igualdad