Se extiende la teoría del pacto. Llaman al Pacto Nacional y, de su necesidad, quieren convencer a la gente el empresariado español, los grandes partidos y, como he visto en los últimos días, una buena parte de los ciudadanos.

Más o menos la cosa se plantea en los términos de “remar  juntos” en la lucha contra el paro. Ante este grave drama social puede ser mal visto no querer hacer de “remero”. Yo, lo que pienso es que, antes de “alistarse”, hay que saber el rumbo que lleva el barco. Lo digo porque prefiero ser acusado de “no remar” que de remar en la dirección equivocada.

¿De qué pacto hablamos? ¿Empezamos por derogar las reformas laborales o se va a profundizar en el abaratamiento del despido? ¿Hay que recuperar la inversión pública o se trata de continuar con los recortes y la austeridad? ¿Reformamos la Constitución para sacar del Artº 135 el principio del cumplimiento del déficit o seguimos las recetas de la economía europea que nos han llevado a más de 6 millones de parados y paradas?.

Es evidente que entre las políticas que, siguiendo las directrices de la troika han aplicado los últimos gobiernos, y la ciudadanía (incluyendo a votantes y exvotantes de PP y PSOE) hay un abismo. Hay, como se vio este 1º de Mayo, un rotundo y contundente NO a las políticas neoliberales. ¿Qué otro gran pacto se puede pedir que no sea para el cese inmediato de las políticas de ajuste y recorte?.

Seamos serios. No es tiempo de la demagogia oportunista, ni de lanzar cortinas de humo,  ni de llamadas vacías de contenido sobre supuestos pactos. Es el momento de que todos, partidos, sindicatos, empresarios, banqueros, nos “retratemos” y hagamos propuestas concretas para crear empleo. No “remaremos” en ningún barco que busque mantener la política económica actual. No estaremos si el pacto es para confirmar la política de austericidio y la pérdida de derechos.

La trampa es clara y evidente. Bruselas dice que hay que recortar más. ¿Cómo hacerlo con la que le está cayendo al PP y al PSOE?. Pues vistiendo de “acuerdo social y político” las “necesarias” medidas. El pacto-trampa es una perversa tergiversación. Pretende demostrar que las nuevas medidas de ajuste no son impuestas por Merkel y la troika sino que es fruto de un gran pacto nacional.

Recuerdo el último gran acuerdo que hubo. Era sobre las pensiones y permitió alargar la edad a la que nos jubilamos sin apenas oposición social organizada. La excusa empleada fue garantizar la sostenibilidad del sistema. Pero empezó un camino que se quiere seguir. Estamos discutiendo si nos aplican antes de lo “acordado” la ampliación de la edad de jubilación a los 67 o si, directamente y mediante un Decreto-Ley, nos aplican la edad de jubilación a los 70 años.

¿Estoy en contra de los pactos y acuerdos?. No, claramente no. Los considero necesarios. He vivido algunos que, para mi, han sido importantes. Por ejemplo el que permitió la salida de la dictadura. En los 70 queríamos democracia y libertad y, aún con dudas, las renuncias estuvieron acompañadas de avances (democráticos y sociales). Durante mi experiencia sindical he negociado convenios colectivos y he mediado en conflictos laborales. En todos los acuerdos, es verdad que, unas veces más que otras, hubo avances para los trabajadores y trabajadoras. He participado, ya como diputado, en consensos y acuerdos de los que destaco el del agua, el del nuevo estatuto de autonomía, el de la Ley de muerte digna,… todos estos acuerdos en los que he participado me han demostrado lo importante que es encontrar una salida y hacerlo de manera negociada y, en la medida de lo posible, consensuada.

Por eso, desde el convencimiento de la necesidad de abrir la puerta a un acuerdo, afirmo que frente a un Pacto de Estado para “salvar” al sistema, apuntalar políticas que nos han llevado a la recesión, al desempleo y al desmantelamiento de los servicios públicos, hay que “acordar” una salida de la crisis basada en la creación de empleo, en los derechos sociales, en la Reforma Fiscal necesaria y en la defensa de la Democracia.

Ese es el gran acuerdo que reclama la gente en las calles y es el que necesitamos.