En España somos muy políglotas.

Que no se diga que son ciertos esos bulos que dicen por ahí que nos cuesta mucho aprender idiomas, ¡Anda ya! Pero, ¡si estamos de una verborrea anglosajona que no veas! Fue aprender a pronunciar el relaxing cup and café con leche, y ya no hay quién nos pare.

Con mejor, o peor pronunciación, pocas personas se han librado estas últimas semanas de verbalizar offshore en algunas de sus conversaciones. La minoría lo habrán dicho sabiendo a qué se refieren, aunque sólo sea porque cuando empezaron a oírlo, hace unas semanas, les faltó tiempo para poner “traductor gratis” en su buscador de internet. Luego está una inmensa mayoría que no tiene ni idea qué está diciendo. Suelen ser quiénes tampoco ubican Panamá en el mapa, aunque también andan nombrándola mucho estas últimas semanas. La cuestión es decirlo, y que se note que estás al corriente de la actualidad política. Que no todo va a ser fútbol y la final del reality de turno.

Tampoco pasa nada por un poquito de conversación política, y para eso hay que saber unas cuantas palabras o frases hechas. Que con eso ya vale. Total, ya se sabe que, en este país, hay quiénes no se cansan de robar a espuertas, de saquear las arcas públicas, de defraudar al estado de bienestar como si no hubiera un mañana. Si es más de lo mismo, ha pasado siempre y seguimos tan bien. Son quiénes no tienen ningún problema en llegar a fin de mes, de clases sociales altas, máximos dirigentes del gobierno o parejas de presidentes, campechanas de la casa real o de la real casa. Dueñas de museos con títulos nobiliarios o futbolistas que no saben hacer la o con un canuto. Son quiénes, evaden pagar impuestos por valor de casi 60.000 millones de euros al año, pero pueden ir a la sanidad pública a que les traten los empachos de sus festines. Ahora se les asocia mucho con la palabra offshore, que mira que es fea, pero de alta cuna, eso sí. Eso no se lo niega nadie.

Y luego estamos quiénes venimos utilizando hace cuatro años palabras como apartheid sanitario. Quizá no la pronunciemos muy bien pero tenemos claro lo que significa. El 20 de abril de 2012, el Gobierno del Estado español institucionalizó la injusticia y la xenofobia a través del RD 16/2012. Así, a golpe de decreto y metiéndole un hachazo a los derechos humanos. Se dejó sin atención sanitaria a más de 800.000 personas en este país, y ya se ha cobrado vidas por el camino. Dijeron que atender a las personas inmigrantes suponía una quiebra del sistema sanitario público, que no había dinero para curarles, que es muy caro. En España sólo se cura a quiénes somos de aquí, ¡eah!, aunque evadan impuesto en paraísos fiscales por más del valor de todo el gasto sanitario en España, incluyendo Administración central y comunidades autónomas. Y quedó instaurado el apartheid sanitario. Es su cuarto aniversario, el de la ruptura de la universalidad en este país de la vergüenza, y nos provoca tristeza y rabia. Ya ves tú.

En Aragón, 30.000 personas según el Instituto Aragonés de Estadística, han sido excluidas de una atención sanitaria pública, no atendiendo incluso los casos que se recogen como “salvados” del apartheid, menores y mujeres embarazadas.

Y luego están quiénes ya han muerto por decreto, como es el caso de Alpha Pam, que falleció de tuberculosis sin ser atendido por la sanidad pública. O quiénes podrían haberlo hecho y han tenido más suerte, como los 36 casos de menores a quienes se les ha denegado la tarjeta sanitaria y la propia asistencia o se les ha pretendido cobrar por recibirla; también las 28 mujeres embarazadas a quienes se les ha impedido el acceso a tratamiento y seguimiento de su embarazo.

No pertenecen a casas reales, ni les han rescatado el banco que gestionaban con dinero público, no han robado, ni defraudado, ni saqueado el país. Sólo es gente humilde que ha venido a este país buscando una vida mejor. Y se encuentran con más vulneración de sus derechos humanos. Su delito, ponerse enfermos y enfermas. Su infracción, no pertenecer a club selecto de la gente chachi y corrupta con apellido offshore.

Yo propongo aprendernos una palabra nueva, apartheid onshore, que es igual de fea que la otra pero, con una pequeña diferencia, esta trata de la vulneración del derecho a la salud de miles de personas. Y sucede aquí cerca, a tu lado. Onshore.

No hay nada que celebrar en este cuarto aniversario. La vergüenza de lo que pasa en este país es indefinible con palabras. En español o inglés. Por muy políglotas que nos hayamos vuelto.

Paloma Lafuente, responsable de Políticas Sociales e Igualdad de IU Aragón