Los últimos días hemos sido conocedores de la última de las ampliaciones de capital de la empresa ARAMÓN, formada por el Gobierno de Aragón e Ibercaja. Ampliación que nace, y así lo reflejan los medios, “ante la necesidad de hacer frente a su deuda acumulada, a sus importantes pérdidas, estimadas esta temporada en unos 22 millones de euros y ante la imposibilidad de vender su activos,” activos básicamente vinculados con el suelo, donde parece oportuno recordar las palabras del anterior Presidente del Grupo ARAMON, hoy Consejero de Economía, Empleo y Turismo del Gobierno de Aragón, señor Francisco Bono, quien aseguro que “el urbanismo es la única forma de amortizar la inversión en la nieve”.

Pues bien, pese a estos datos y algunos otros, como el hecho de que el Plan de Ahorro encargado por ARAMON a una empresa externa dice, según recogen los medios, que hay que dejar Panticosa o Javalambre como estaciones de apoyo, la empresa ARAMÓN, que juega en un 50% con el dinero de todos, sigue apostando por proyectos políticos amparados por PP, PSOE y PAR, de macro ampliaciones de pistas de esquí que, sin duda, lejos de traer más beneficios, dejarán más deudas a las maltrechas arcas de ARAMÓN y, por tanto, de nuestra Comunidad, y harán que, para poder hacer frente a lo que cueste, o al menos para intentarlo en los informes de viabilidad económica, volvamos a las tesis del “más ladrillo, es la guerra”.

No discutiré la necesidad de un sector racional de la nieve que genere actividad económica en zonas especialmente necesitadas como las de montaña. De la misma manera que nadie debiera discutir simplemente desde un enfoque económico que el modelo no funciona y que, posiblemente con el cambio climático el mismo modelo cada año será más caro de mantener y ecológicamente menos sostenible, pues se necesitarán cotas más altas y más nieve artificial. Creo que tampoco debiera discutirse, al menos desde la experiencia vivida, que la especulación urbanística no puede ser la solución de la nieve. Por todo ello, creemos que hay que repensar el modelo turístico en la montaña. Habrá que asumir que tener pistas de esquí y un sector racional que dinamice la economía cuesta dinero público. Habrá que pensar en potenciar lo que tenemos, para hacer de nuestras actuales instalaciones centros de referencia por su mayor calidad, seguridad y servicios prestados, pues no puede pasar, por ejemplo, que mientras se anuncian uniones de pistas, urbanizaciones como la de Cerler lleven años y años de espera. Tendremos que compaginar el modelo invernal de la nieve con el turismo sostenible, ampliando, mejorando o creando zonas protegidas como el Parque Natural del Anayet, apostando por inversiones en nuestro extenso y rico patrimonio cultural, paisajístico y arquitectónico y, sin duda, deberemos poner freno a cualquier iniciativa pública o privada que por su elevado impacto perjudique estos espacios sensibles. Ha llegado, a mi juicio y al de Izquierda Unida, un momento en que es vergonzante hablar de ingentes cantidades de gastos en macro ampliaciones de pistas, cuando se están aniquilando esenciales servicios públicos supuestamente porque no los podemos pagar y ha llegado un momento en el que en el sector de la nieve debemos asumir que estamos en un agujero lo suficientemente grande y profundo como para dejar de seguir cavando.