Eso es lo que hace Endesa con Andorra y toda la comarca. Dice que se va, que cierra la térmica y da la puntilla a las minas pero no lo hace por tener pérdidas. Los datos dicen claramente que Endesa, en los 9 primeros meses de este año, ha ganado 1.193 millones de euros netos. Limpios totalmente, para repartir dividendos a sus accionistas.

Es legítimo el cabreo con Endesa, pero hay más responsables.

Tengamos en cuenta, también, que en la situación que quedan las gentes de Andorra y su comarca tienen responsabilidad, y mucha, los gobiernos centrales y autonómicos que hemos “sufrido” en los últimos 10 años. Una década perdida en la  que no se ha planificado la alternativa social y económica que las comarcas mineras necesitaban. 10 años en los que los fondos del Plan Miner no se han invertido en crear alternativas de reindustrialización que combatieran el monocultivo del carbón. Se han perdido 10 años parcheando el problema, alargando la agonía y sin abordar el problema que desde 2010 (fecha en la que se aprobó la Directiva Europea sobre las emisiones industriales para la prevención y control de la contaminación atmosférica) se sabía que llegaría. Esto, que pudo haberse hecho, no se hizo y ahora, no tenemos más que vagas promesas en un poco concretado Plan de Transición justa que, por la irresponsabilidad compartida de PP y PSOE, llega tarde y que, por la actual composición del Congreso, está pendiente de los vaivenes partidistas de muchos grupos políticos.

Al final, como hemos avisado en reiteradas ocasiones en las que hemos pedido alternativas reales, Endesa, controlada por la italiana ENEL, se va. Cierra porque no quiere invertir 190 millones (apenas el 16 % de lo que lleva ganado en los 9 primeros meses del año) en la térmica de Andorra para mantenerla abierta mientras llega ese prometido plan de reindustrialización para Andorra y su comarca.

Endesa nos enseña la verdadera cara del capitalismo. Se va porque ya ha explotado a toda una comarca, a miles de trabajadores y trabajadoras y ya no los necesita para su negocio.

Se va porque, como todos y todas sabemos desde hace tiempo, el carbón tenía sus horas contadas y, en consecuencia, las térmicas también.

Endesa, como empresa, hace lo que interesa a su Consejo de Administración y le importan muy poco su plantilla, la comarca y el futuro de toda la zona. Eso sí, hay que denunciar la falta de responsabilidad social, pero eso, en el capitalismo, no tiene cabida. Otra cosa sería si, como venimos reclamando, el sector energético estuviera controlado desde lo público. Ahí podríamos gestionar con responsabilidad social todo el sector, pero, hoy por hoy, es impensable. Necesitaríamos mayorías parlamentarias que defendieran la nacionalización y no se dan. Mientras tanto Endesa cierra y mira para otro lado cuando se le pide “responsabilidad social”. Endesa, como la banca, como Alcoa, como…. aunque han recibido miles y miles de millones de dinero público en ayudas, echan el cierre en cuanto a sus accionistas no se les garantiza (no es que pierdan) lo que consideran que deben ganar.

Ahora en pleno debate sobre la propuesta de Ley de Transición Energética Justa y Cambio Climático tenemos una oportunidad además para regular por ley la recuperación del control efectivo sobre el sector energético. Sólo de este modo se puede garantizar una transición energética justa. Mucho nos tememos que los planes de la ministra no vayan en esta dirección. Al parecer y una vez analizado el documento de debate que plantea el PSOE, con Teresa Ribera a la cabeza, lo único que importa es sustituir las fuentes de energía contaminantes por energías renovables, sin trasformar ni la estructura de una sistema fuertemente oligopólico en el que tres empresas controlan buena parte de la producción distribución y comercialización de energía. Es necesaria una democratización profunda del sector energético para evitar, por ejemplo, que empresas como Endesa ahora quieran copar el mercado de las renovables habiendo dejado tiradas a miles de personas solo en nuestras comarcas mineras.

No habrá una transición energética justa si, simplemente, hablamos de cambiar carbón por sol o aire, lo del “capitalismo verde” es incompatible con la justicia social. Del mismo modo que no habrá justicia sin que a las empresas que han estado explotando a las gentes, territorios y recursos naturales ahora se les permita salir de rositas para que, desde una posición dominante, puedan quedarse con el pastel de las renovables.

Necesitamos soluciones y voluntad política para imponerlas. De poco sirven ahora los lamentos, las sobreactuaciones, o la indignación impostada de quienes, durante años, han hecho dejación de funciones mientras blindaban el poder del lobby energético a cambio de dorados retiros en lo sillones de los consejos de administración de estas empresas.

Ahora lo urgente, lo necesario, lo que necesitan Andorra y sus gentes, son decisiones, medidas rápidas y urgentes que abran la puerta a la alternativa que permita el desarrollo económico y social de quienes viven en Andorra y su comarca y quieren desarrollar allí su proyecto de vida.

Paralelamente, y este debate debe servirnos para ello, es necesario recuperar para lo público un sector estratégico que mercadea con la electricidad y hace negocio con un bien necesario como es el suministro eléctrico.

Álvaro Sanz, Coordinador General de IU Aragón.