Apenas pesa 47 kilos y resulta que atentó contra un agente antidisturbios dos veces más grande que ella y que vestía, uniforme, protecciones, casco y esgrimía una porra. Esta imagen sería divertida si no fuera la acusación sin pruebas de un fiscal contra una amiga y vecina de Zaragoza.
Raquel participó en las Marchas de la Dignidad, caminando algunas de sus etapas y desplazándose hasta Madrid para formar parte de esa movilización histórica. Visto desde la actualidad, quizá las Marchas por la Dignidad son el primer hito de la organización de la confluencia de la izquierda en este país, puesto que de los kilómetros recorridos, de las noches en polideportivos y de la solidaridad de muchas personas, han brotado el entendimiento y la sensación de que codo a codo somos imparables.
Y llegó el 22 de marzo de 2014. Millones de pies y sonrisas, bombeadas por corazones dignos entraron organizados en columnas llegadas de todos los rincones de España a Madrid. Ese día, el Gobierno consiguió convencer a la mayor parte de medios de comunicación de que el ex presidente Adolfo Suárez fallecía y revivía continuamente. Primera de las manipulaciones que se produjeron: tratar de eclipsar una de las mayores movilizaciones a nivel estatal de la historia reciente.
Llegamos en bus desde Zaragoza, hubo un almuerzo popular en San Fernando de Henares y marchamos hacia las principales calles de Madrid. Nosotros, en la columna noreste. Fue muy emocionante ver heroicidades, como la de Maribel, que tras haber caminado desde Zaragoza entró en Madrid en una silla de ruedas debido a una lesión.
Tras la manifestación, nos retiramos hacia los buses. Todavía no habían terminado los discursos, cuando estaba cantando la Solfónica, se empezaron a escuchar las cargas de la policía y las sirenas. Caminábamos por la Puerta de Alcalá y de repente nos sobrepasó una estampida de gente que salía de una calle cercana escapando de los antidisturbios y, allí, es cuando perdimos de vista a Raquel. La buscamos hasta ver cómo en ese momento la tiraban al suelo de un porrazo y la rodilla de un agente de la Policía Nacional apretaba su cara perpleja contra el asfalto. La seguimos mientras la metían a empujones en un furgón y le llevaban a los calabozos de Moratalaz mientras preguntaba incrédula “os habéis equivocado, me tengo que ir al autobús”. Después de su detención la angustia crecía y seguíamos buscándola. Mientras, en la comisaría humillaban a los detenidos, cuando les daban comida congelada o cuando no les dejaban ir al baño. Pasó 48 horas detenida: primero en Moratalaz y luego trasladada a los juzgados de plaza Castilla.
Segunda manipulación: recuerdo el ruido mediático, alimentado por bulos difundidos desde algunos sindicatos policiales. Se llegaron a afirmar falsedades como que entre lo incautado a los detenidos había una muleta-espada o un tirachinas para lanzar bolas de hierro. Ambas mentiras fueron fácilmente desmontadas gracias a periodistas que se preocuparon de contrastar la información porque no se resignaban a hacer de altavoz de la tesis gubernamental.
Raquel recibió esos días muchísimas muestras de solidaridad esos días: desde asociaciones de vecinos hasta algún concejal del PP que la conocía en persona y sabe que ella no es ninguna delincuente.
Ha pasado casi un año y revive la pesadilla. Recibe una citación judicial por la cual le piden cuatro años de cárcel por atentar contra un policía y una embajada a los que no ha visto en su vida. Un absurdo montaje policial con un interés político claro, parte de la tercera y más grave manipulación de todas las sucedidas el 22-M: la crueldad de un sistema de represión que busca criminalizar la protesta, que si no encuentra culpables los inventa, y que obliga a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado a que operen contra los ciudadanos, en lugar de defenderlos.
Hay numerosos y tristes ejemplos en la ola de movilizaciones ante la crisis que han desembocado en atosigamiento a las personas que participan en protestas mediante burorrepresión (sanciones administrativas), las acusaciones a sindicalistas por haber participado en las huelgas generales, a los jóvenes por promover huelgas estudiantiles o casos más graves como los acontecimientos del 4-F en Barcelona.
Sin embargo, y porque Zaragoza es tan familiar que seguro que muchas y muchos conocéis a Raquel, su dulzura, su honestidad y su sensatez, os pido que defendáis su honor, que le enviéis vuestro apoyo incondicional y que desconfiéis de normas y gobiernos que pretenden convencernos de que ella es una criminal.

 

Pablo Muñoz
Concejal de IU en el Ayuntamiento de Zaragoza

(Artículo publicado por Heraldo de Aragón el 27/03/2015)