Mañana sacaremos los pinceles y los botes de pintura. El gris oscuro que impregna las calles, el cielo y hasta el aire que respiramos en este país, desde hace mucho tiempo, se verá apabullado por un enorme tinte de color morado poderoso.

Diariamente, nuestras gafas violetas nos proporcionan una explosión de luz cegadora cuando vemos, oímos, leemos o sufrimos una acción machista. Nuestras gafas ayudan a ver el mundo con una mirada reparadora y reconstructora desde el punto de vista del género, distinguiendo las desigualdades entre hombres y mujeres. Cada minuto, de cada día, de cada mes de todos los años de nuestra vida.

Pero mañana es 8 de marzo, un día de sororidad visible. Un día en el que nos visibilizamos juntas. Hermanadas y fuertes. Mostramos al mundo que somos manada.

Mis ojos, mis manos, mi garganta y todos los poros de mi piel se convierten en un spray andante que decora con feminismo y dignidad todo lo que le rodea. Y junto a mí, o yo junto a ellas, miles de pupilas que paseamos juntas por las calles, que brillan unidas iluminando la lucha de las mujeres dignas, de las mujeres hartas de desigualdad y de pérdida de derechos, de las mujeres organizadas contra la violencia machista y, sobre todo, de las mujeres que miran de frente a una sociedad patriarcal y le plantan cara. Le plantan feminismo.

Y, así, por resumir, diré que salimos a la calle por las que fueron. Porque gracias a las feministas predecesoras, las mujeres podemos disponer de nuestro salario, conducir un coche, votar y ostentar un cargo público. Gracias a ellas podemos divorciarnos y mantener la custodia de nuestras hijas e hijos. Rehusar a tener relaciones sexuales con tu pareja, tener una propiedad o conseguir un título universitario. Y porque fueron, somos.

Como ellas, hoy, somos feministas. Para seguir luchando contra la violencia machista y denunciar a sus cómplices. Para tener derecho pleno a decidir sobre nuestra maternidad libremente, en cualquier caso. Sin más. Por cobrar mismo salario que los hombres, por el mismo trabajo. Por el respeto y la abolición de la justificación continua ante nuestras opciones e identidades sexuales. Y es que es muy grande la responsabilidad que tenemos hoy, ya que somos muy conscientes que porque somos, serán.

Las niñas de hoy serán mujeres de mañana más libres, menos cosificadas y con menos carga de estereotipos sexistas. Que decidirán sobre su cuerpo y sobre su hambre. Que cobrarán igual que un hombre por hacer el mismo trabajo. Que no tendrán que soportar a babosos a los que nadie les pide su piropo. Que no saldrán a la calle teniendo que ser valientes, simplemente serán mujeres libres.

Y si no conseguimos que sean todo eso, al menos saldrán a la calle para seguir luchando para que así sea. Porque nosotras hoy les enseñamos lo importante que es hacerlo, y hacerlo con mucha fuerza. Por ellas y por todas. Porque somos, serán.

Y habrá quién mañana, mientras unas pintemos las calles y el aire de color violeta, espumen por la boca y susurren a nuestro paso que somos unas histéricas, feminazis, locas, transtornadas y unas cuantas lindezas más.

Y nosotras seguiremos pateando la calle, con nuestras diarias gafas moradas y nuestro brillo de lucha y desobediencia en los ojos. Con la cabeza muy alta, de orgullosas feministas.

Lo tenemos muy claro, “porque fueron somos, porque somos, serán”.

8 DE MARZO: Día Internacional de la Mujer.

Manifestación. Convoca la Coordinadora de Organizaciones Feministas, 19h,

Glorieta Sasera (Zaragoza).

FEMINISMO, TRABAJO y DIGNIDAD.

Paloma Lafuente, responsable de Políticas Sociales e Igualdad de IU Aragón.