Y digo yo que a ver si las equivocadas somos nosotras y resulta que no somos esas mujeres libres, supervivientes y resilientes que nos enfrentamos a diario a tíos violentos y a una sociedad machista. A ver si va a ser que no. Y es que se sigue insistiendo tanto en tenernos tuteladas y cuestionadas que una ya no sabe qué pensar. Que igual todo eso de que nos están matando, que nadie hace nada, que no se contabiliza a todas las mujeres asesinadas por hombres, que los medios de comunicación nos sitúan como parte del problema o como sujeto sumiso, y todas esas chorradas que solemos decir desde el feminismo no son más que imaginaciones nuestras.

Y, como soy así de cansina, me pongo a repasar el contenido de la Ley Organánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género,  y pienso  qué menudo plan tengo yo si mi asesino es el vecino de abajo y le da por estrangularme al rechazar tener relaciones con él. Que como no es mi pareja o expareja no cuenta dice. Pero ¡qué sabré yo de violencia machista!, que a lo mejor este caso no es tal y que para eso están los listos del mundo mundial que hacen leyes ideales.

 Y, claro, me quedo más tranquila ante mi ignorancia porque imagino yo que las 36 mujeres asesinadas, por ser mujeres, y que no son catalogadas como tal porque no eran sus parejas o ex parejas quiénes lo hicieron, también estaban equivocadas ¿no?

Con la incertidumbre metida en el cuerpo escucho que desde las instituciones se nos recomienda denunciar, se nos dice que nos estamos solas y que en este país maravilloso nadie te va a dejar con el culo al aire cuando un tiparraco te esté haciendo la vida imposible y te amenace de muerte día sí y día también. Que nos van a proteger y no sé cuántas mandangas más. Eso sí, que ya si eso nos vayamos construyendo una habitación del pánico en nuestro piso, vaya a ser que no lleguen a tiempo con su capa de Superman para salvarnos del malhechor.

Y me da por pensar que si no me da tiempo a meterme en el bunker cuando el maldito asesino venga cuchillo en mano a abrirme el pecho, igual es que soy yo la que no está haciendo nada para evitar que me maten. ¡Ay, joder! esto empeora.

Total, que me pongo a leer la prensa en mi casa, encerrada. Que no seré yo quien le dé motivos a nadie para que me haga algún mal. Que ya se sabe que, a veces, las mujeres no somos capaces de seleccionar bien las calles por donde paseamos y la ropa que vestimos.

En esto que me paro a leer con detenimiento un titular: “Muere una mujer en Vigo al caer desde un tercer piso y detienen al marido”. ¡Válgame el cielo! pero qué manía algunas con tirarse, matarse por ello y, además, que detengan al marido.

Me recuerda un poco a otro que leí -no hace muchos días- en el que el Delegado de Gobierno de la quinta ciudad más grande del Estado Español le recriminaba a la mujer asesinada no haber advertido que su ex pareja, sobre la que constaba una orden de alejamiento, podía trasladarse a matarla aunque viviera a 400 kms de distancia. No doy crédito. Pero qué insensata de mujer, ¡cómo no se le ocurrió pedir audiencia a su Ilustrísima Protector de todas las débiles para decirle que existen trenes que permiten acercarse en unas horas a un asesino en potencia a cargarse al personal! Si es que… se lo ponemos a huevo.

En fin, que una ya no sabe qué pensar. Que igual me he hecho yo un lío toda la vida y, como yo, todas las mujeres que sufren violencia machista desde que la vida es vida. Que igual ando confundida –ya se sabe, por eso de que las mujeres no sabemos bien hacer análisis de lo que nos sucede y de lo que sufrimos en nuestras carnes-, y es falsa esta sensación continua de que se pone el acento en el dónde estaba ELLA, cómo iba vestida ELLA, si ELLA cerró suficientemente las piernas y si ELLA fue tan tonta que se precipitó al vació cuando la empujaron. Y, además, ELLA ni siquiera tiene acento cuando quien la violenta y asesina no es su pareja o expareja.

Pero, a pesar de todo, aquí una sigue con su tole tole. Que para cabezona yo. Y por más que lo intenten voy a seguir pensando que igual las medidas hay que tomarlas contra los maltratadores y contra las violencias machistas, y no sobre nosotras. Que igual deberíamos ser todas las mujeres las incluidas en una ley de protección. Que los medios de comunicación deberían de ejercer periodismo de verdad, aprender a poner los titulares contando las cosas como son, usar los adjetivos adecuados e informar con el orden correcto de los factores. Que su Ilustrisima Protector Sr. Delegado podría irse él a 400 kms de distancia y ya si eso le avisamos de cuándo puede volver por aquí. Y que el Ministro podría meterse en su propia habitación del pánico, que alguien cerrara la puerta por fuera y se le recordara que es por su seguridad.

Y es que vivimos en una sociedad que, diariamente, alimenta eso que estupendamente expresa la brillante Lara Montero: “Con qué lisura convierte el verdugo a la víctima en cómplice”.

Fdo: una mujer ni cómplice ni valiente. Una segura de quererse LIBRE y VIVA

Artículo de Paloma Lafuente, representante de IU en la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza